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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El último libro de Tusell

No me resulta fácil ser imparcial en el juicio que me propongo hacer del último libro de Javier Tusell, Franco, España y la Segunda Guerra Mundial. Del Eje a la neutralidad; trataré de serlo.Como en casi todas las obras de este autor, se ataca a la figura del general Franco al afirmar, más en el prólogo que a lo largo de la obra, que el general se mostró partidario de entrar en la contienda. Pero el autor no deja de entrever que el carácter y la personalidad de Franco, tan ligada a su origen gallego, hace más difícil mantener cualquier afirmación a priori. Adivinar el pensamiento de un personaje histórico, aunque la documentación de archivo lo acuse de una postura, deseo o determinación, no es fácil. La realidad se impuso por encima de cualquiera de los impulsos de Franco: España no entró en la II Guerra Mundial.

El libro se puede dividir en dos periodos: no beligerancia y neutralidad. Dos periodos marcados por "el hombre y sus circunstancias". El hombre del primero es Serrano Suñer; las circunstancias: ser el motor del desarrollo de una política interior española ligada al Eje y, por otra parte, el inicial triunfo arrollador de Alemania en la contienda. El del segundo es el conde de Jordana; las circunstancias, su enfrentamiento en los momentos más decisivos de su gestión como ministro de Asuntos Exteriores (1938-1940 y 1942-1944) con todo el engranaje político del partido falangista precisamente por mantener su política de neutralidad. No hay que olvidar que estos dos hombres definen claramente su línea a seguir. Serrano es siempre el interlocutor de una posible participación en la contienda. Jordana, que alejado en aquel momento de cargo alguno escribe en su diario el día que estalla la guerra "Dios nos libre de entrar en esta guerra", mantiene esta postura de neutralidad "contra viento y marea" durante el desempeño de su cargo de ministro de Asuntos Exteriores. Serrano disfruta de una proximidad familiar y una confianza con Franco que le permite influenciar en su, a veces, hermético carácter y en su fría mente. Tuvo en su contra su desmedida ambición y su afán de protagonismo, que Franco acabó por no tolerar. Jordana, por su prestigio militar, tiene un señalado ascendiente sobre el entonces jefe del Estado. Su modestia y desinterés por figurar en la política y su lealtad a Franco y a sí mismo, que le llevan a presentar la dimisión de su cargo en varias oportunidades, hacen que Franco le escuche e incluso cambie su parecer en asuntos vitales para la política exterior de nuestro país y le dé la razón en muchos de sus planteamientos.

Tusell es un historiador estudioso e incansable en el logro de nuevas fuentes de información. Los diarios del conde de Jordaná, facilitados por la familia del general, han sido minuciosamente estudiados en su espontánea aridez, y al cotejarlos con las numerosas fuentes de información de los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Presidencia del Gobierno, hace de estos escritos espontáneos e imposibles de rectificar una fuente histórica de suma importancia para los periodos que trata Tusell en su libro. Resalta más esta labor que realiza el historiador Tusell, y que da pie a otras futuras investigaciones, al haber sido unos de los pocos escritores españoles que ha colocado en su sitio la figura del conde de Jordana. Por ejemplo: Areilza, en su libro. Embajadores sobre España, afirma: "...el conde de Jordana (léase Franco) entregó al embajador de Inglaterra, Samuel Hoare, un importante memorándum" etcétera. 'Esta afirmación de intención de halago a Franco deforma absolutamente ante el lector la forma.de proceder de Jordana en su largo historial político-militar. Serrano Suñer, en su libro Entre Hendaya y Gibraltar, dice de Jordana: Jordana era un hombre, viejo ya, muy leal y cortés, etcétera, pero un hombre de otro tiempo. El conde de Jordana tenía entonces 61 años. Serrano escribió más tarde de esta edad sus memorias y numerosos artículos siempre tratando de justificar la realidad de su actuación, y a cerca de los noventa años. Ansón, en su reciente libro Don Juan, dice de Jordana: "El dictador sustituyó a Serrano Suñer por el conde de Jordana, servicial para con el dictador, pero más proclive a Churchill que a Hitler". Aunque en dicho libro sólo se trata de paso la figura de Jordana, su juicio resulta una ligereza histórica, como buena parte de su libro, que necesariamente hay que rectificar. Por el contrario, todos o casi todos los escritores extranjeros resaltan la figura del conde de Jordana por su labor en aquellos difíciles años. Podría añadir una inteminable lista de escritores, embajadores, etcétera. Las fuentes de archivo, oficiales y particulares, que ha manejado Tusell y su habilidad en complementar unas con otras hacen a mi juicio -posiblemente apasionado, pero bien documentado- de esta obra un nuevo e importante elemento de consulta de un periodo histórico de tanto interés y todavía tan ávido de investigación.

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embajador de España.

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