Pepe Luis Vázquez: "Están arrinconando el toreo clásico"
El maestro sevillano maneja tres posibilidades: triunfo importante, detalles exquisitos o faena abreviada
Pepe Luis Vázquez vuelve a Las Ventas. Para mostrar, o al menos intentarlo, "otra concepción del toreo, el eterno, el clásico, al que están arrinconando", dice el maestro sevillano. Hay tres posibilidades, todas en función del toro: a) "que embista, que nos acoplemos y entonces haga algo muy importante"; b) "que me permita ofrecer algunos detalles que lleguen al paladar del aficionado", y c) "que no valga y abrevie, porque yo no soy torero de estar delante del toro mucho tiempo haciendo cosas para que no me chillen. Me estaría engañando a mí mismo".Hay toros que Pepe Luis Vázquez no quiere ni ver. No depende ni del trapío, ni del tamaño, ni de los pitones, sino de las hechuras, de las primeras arrancadas y, sobre todo, de los ojos: "Que esté bien hecho y que acuda cuando le pongas el capote siempre predispone, pero luego está la mirada. Te asusta cuando te pone mala cara, porque en los ojos se le ve la bondad o la mala leche. En ellos se le descubren las intenciones y no se aprecian hasta que te pones delante".
Las cornadas enseñaron a Pepe Luis a desconfiar de algunos toros: "Cuando un toro es malo, es de tontos que te coja. Sólo tienes que confiarte con el que de verdad valga. La juventud te atropella la razón y te confías, pero ahora la experiencia te dice que ante un toro que no tenga condición no hay que exponerse a la cogida".
Pero si el toro vale y hay acoplamiento, Pepe Luis Vázquez es capaz de poner la plaza boca abajo: "Yo sé lo que soy capaz da hacer. Como un toro meta la cara, la armo. Estoy preparado para entregarme. Puede ser un minuto, quizá tres, pero no muchos más, porque te entregas de tal manera que cuando sales del trance estás agotado. Yo no entiendo que se pueda torear derramando sentimientos durante diez minutos. Eso no hay cuerpo que lo aguante".
Lo malo viene después: "Has estado componiendo arte, toreando con dulzura, con suavidad y luego tienes que coger la espada para hacer de carnicero. Me gustaría matar el toro como pinchando una aceituna, igual que lo he toreado, y eso no puede ser. Muchas veces no quisiera acabar la faena por no cojer la espada. También es verdad que es una suerte muy arriesgada en la que yo siempre he tenido problemas".
Babelia
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