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Los modestos, a los leones

Albayda / Pascual, Carra, MolineroCuatro toros del marqués de Albayda, uno (primero) de Carriquiri y uno (sexto) de El Pizarral, desiguales de presencia,mansos y con sentido.

Rodolfo Pascual: aviso con aplausos y vuelta al ruedo.

Pedro Carra: ovación y aplausos.

El Molinero: dos avisos con ovación y ovación.

Plaza Monumental, Barcelona, 21 de mayo.

Llevábamos una temporada, en general, mucho mejor que las de años anteriores, pero la racha se ha roto. Echar a tres modestos que torean poco a los leones de una corrida infumable y, además, remendada, no parecía una fórmula que garantizase mínimamente la brillantez del festejo. En un cartel muy flojo, los dos matadores que lo abrían eran aquí del todo desconocidos y su inclusión sólo se explica si eran ciertos los rumores que circulaban por la plaza sobre un montaje económico de la corrida con la participación de los propios diestros.

Dio lo mismo que se lidiasen toros de tres hierros distintos. La corrida fue muy mansa, con querencia generalizada a terrenos de chiqueros, con nula fijeza, midiendo a los toreros y adquiriendo sentido durante la lidia. Rodolfo Pascual estuvo aseado con su primero y aguantó estoico algún gañafón sufriendo un revolcón. Al cuarto, que probaba y medía al torero, lo aguantó con valor en un muleteo que no podía tener gran brillantez y fue cogido de nuevo sin consecuencias. Después de una excelente estocada, decidió darse un paseo por el ruedo, sin que nadie se opusiese a ello.

El segundo, violento y descompuesto, fue banderilleado con apuros por Pedro Carra, que empezó su faena muy decidido, sentado en el estribo. Luego toreó algo ligero y sin conseguir centrarse. El quinto no era para banderillearlo, por lo que protagonizó un tercio muy deslucido. El toro se vencía por ambos pitones y Carra, después de machetearlo, optó por la brevedad, sin intentar un lucimiento que parecía imposible.

El Molinero se enfrentó también a dos mansos, el último con mucho peligro. Estuvo bastante desahogado con ambos y al tercero le instrumentó de salida un farol de rodillas. El inicio de la faena fue muy vibrante, con cuatro estatuarios sin emmendarse y en los medios, pero después la limpieza y el temple del muleteo sólo fueron intermitentes y su poca fortuna con el descabello hizo que estuviese a punto de escuchar los tres avisos. En el sexto estuvo digno y con deseos, pero no había nada que hacer, porque el animal llamado toro prodigó sentido y gañafones.

Las cuadrillas se lucieron con las banderillas, destacando Alberto Soler y Luis Carlos Aranda. Asimismo, cosa poco habitual en esta plaza, vimos un excelente caballo de picar, muy bien utilizado por Manuel Vicente en el sexto.

Este año llevábamos 14 orejas en cinco festejos. Pero los toreros, en esta ocasión, sólo pueden sentirse afortunados por haber salido por su pie de la plaza.

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