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El Banco de España decide

Emilio Ontiveros

La tasa de variación de los precios al consumo durante abril ha truncado esa cascada de indicadores favorables con que la economía española afrontaba la segunda quincena de mayo. A las diversas señales expresivas del asentamiento de la recuperación se ha incorporado el comportamiento no menos favorable de unos mercados financieros internacionales cuyos precios parecen haber retomado una senda más consecuente con los fundamentos de las economías. La elevación de la cotización de la deuda pública española es, sin duda, la manifestación más saludable de las transmitidas tras esa nueva alteración que ha tenido lugar en las preferencias de los operadores financieros. En concreto, la referencia hoy más significativa de los títulos españoles de deuda pública -los de vencimiento a 10 años- ha estrechado su diferencial de rentabilidad frente a sus homólogos alemanes hasta niveles inferiores a los 4,50 puntos porcentuales, más de un punto menos del nivel más elevado alcanzado el pasado marzo. Dos cuestiones son ahora relevantes: saber si esa corrección en los mercados internacionales de bonos y de divisas es definitiva, y anticipar las eventuales reacciones de esos mercados a una previsible elevación de los tipos de interés por el Banco de España; consecuencia esta última con esas tasas interanuales del 5,2% y del 5,1 % en que han quedado situados el IPC y su componente subyacente en abril y, en todo caso, con las dificultades de reducción hacia los niveles definidos por el propio banco central como objetivo.La percepción de una suave desaceleración de la economía estadounidense, la mayor flexibilidad mostrada por el Gobierno japonés en su contencioso comercial con Estados Unidos, la reducción de incertidumbre en el área del SME tras las elecciones francesas, y la ausencia de tensiones a corto plazo en la política del Bundesbank, han contribuido a esa elevación en los precios de los bonos denominados en la generalidad de las monedas -a la consiguiente reducción de sus tasas de rendimiento- que ha sido más acusada en las denominadas periféricas: lira italiana, corona sueca y peseta. Ese cambio de percepción del riesgo ha invertido la tendencia depreciadora del dólar frente a las otras dos principales monedas -marco alemán y yen japonés- haciendo lo propio con la nuestra. El resultado de todo ello ha sido un aplanamiento en toda la extensión de la curva de tipos de interés en pesetas, y unos tipos de cambio más razonables: próximo al vigente en las vísperas de la última devaluación, frente al marco alemán, y por encima de las 125 pesetas frente al dólar.

Aun cuando la consolidación de esa corrección dependa en gran medida de lo que ocurra fuera de nuestro país, siguen existiendo factores autóctonos que subrayan la sensación de provisionalidad. El problema ahora es garantizar que su inversión en títulos denominados en pesetas no sufra los efectos de la erosión inflacionista. Si los precios de la deuda no han reaccionado al último dato de inflación, y tampoco se ha apreciado efecto alguno sobre el tipo de cambio de la peseta, no puede decirse otro tanto con los tipos de interés a corto plazo. A pesar del mantenimiento por el Banco de España del tipo marginal en su última subasta decenal -el mismo día en que se conoció el IPC- ese dato de inflación modificó las expectativas de los operadores acerca de los niveles de tipos de interés en los tramos cortos de la curva. A su memoria debió retornar el compromiso con la estabilidad de precios del Banco de España reflejado en la ley de autonomía y explícito cuantitativamente en los documentos presentados ante el Parlamento por su gobernador. La satisfacción de ese objetivo no es fácil, lo que equivale a anticipar una próxima elevación en el tipo decenal. La cuantía, el momento y la incidencia sobre el tramo largo de la curva son las tres incógnitas. Esta última será el resultado de la mayor o menor credibilidad que ante los mercados proyecten las dos primeras; de ellas, la más difícil de despejar hoy es su localización temporal, en esas limitadas coordenadas que defiene el actual ciclo electoral.

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