Cuatro modelos básicos en Europa
EL PODER MUNICIPAL. La proximidad de las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo actualiza la polémica sobre el poder de los ayuntamientos en España. En ese debate se resumen varios de los principales problemas surgidos en 16 años de ejercicio democrático de Administración municipal. El reparto del poder local entre las grandes ciudades y los pequeños pueblos, el sistema de elección de las autoridades en España y en Europa, la proximidad o la lejanía entre el Ayuntamiento y el ciudadano, así como diversas propuestas de reforma del sistema actual de participación y representación política, son algunas de las cuestiones analizadas por tres especialistas en estas páginas.
El catálogo de sistemas electorales municipales europeos dispone de cuatro modelos básicos. El célebre first-past-the-post británico es todavía un referente obligado a pesar de su vejez -o quizá debido a ella-. No se vota a listas, sino a personas individuales (el llamado voto personalizado). En la mayoría de los casos, cada barrio (ward) elige a un solo concejal, que suele convertirse en el in terlocutor de la colectividad. En cada barrio resulta elegido el candidato que haya obtenido el mayor número de votos (la llamada fórmula de mayoría simple), de manera que no existe ninguna representación para las minorías. Por ello, los partidos pequeños son necesariamente perjudicados.El modelo más lejano al anterior es la representación proporcional por listas, ejemplificado por el caso belga (muy próximo al español). Los belgas votan la lista de un partido, sin tener la posibilidad de alterarla. Como todo el municipio constituye una sola circunscripción, los concejales se distribuyen entre los partidos concurrentes en proporción al número de votos obtenido por cada lista. Esta proporcionalidad suele evitar que los partidos pequeños resulten infrarrepresentados, pero la otra cara de la moneda es que dificulta la formación de mayorías suficientes para gobernar. Con el fin de primar la constitución de estas mayorías, la fórmula electoral utilizada a nivel local (la llamada imperiali) resulta ligeramente más favorable a los partidos grandes que la fórmula estándar utilizada en las elecciones legislativas (D'Hondt).
La república federal de Alemania es un arsenal de modelos, puesto que cada land regula su régimen municipal. No obstante, el modelo más repetido es el sistema de representación proporcional personalizada, ya utilizado en las elecciones federales. El votante dispone de dos papeletas: la primera, similar a la británica; y la segunda, similar a la belga. En la primera consta una serie de candidatos a representar su barrio, entre los cuales deberá escoger tan sólo un nombre, de manera que resulte elegido -por mayoría simple- un solo candidato en cada barrio. El segundo voto será para seleccionar una lista de un partido, de manera que los concejales se acaban distribuyendo entre los partidos concurrentes en proporción al número de votos obtenido por cada lista. Finalmente, el consistorio será formado por una yuxtaposición retocada de los dos colectivos (el retoque consiste en descontar a cada lista tantos concejales como representantes de barrio haya obtenido, con objeto de no perjudicar a los partidos pequeños).
Algunos länder varían sustancialmente ese modelo general, de manera que se aproximan más al modelo danés, caracterizado por que el elector puede escoger entre ejercer sólo el voto personalizado, o sólo el voto de lista. Otros länder disponen de sistemas totalmente distintos como el voto acumulativo.
En cuarto lugar encontramos el nuevo sistema italiano y el sistema francés. Se trata de sistemas de doble vuelta, donde si ningún partido obtiene la mayoría absoluta de los votos, se pasa a una segunda vuelta, donde una mayoría simple es suficiente para proclamarse vencedor. La innovación más interesante en ambos casos es que -sea cual sea el porcentaje de voto obtenido por el partido vencedor- se le garantiza automáticamente entre un 50% y un 66% del consistorio, así como la alcaldía. El resto del consistorio se distribuye entre los demás partidos concurrentes, en proporción a los votos obtenidos. Ambos sistemas aportan también la interesante ventaja de promover un régimen especial para los municipios pequeños; sin entrar en detalles, su peculiaridad reside en promover formas de voto mucho más personalizadas, que se supone que son más adecuadas a este tipo de contextos.
Municipales y generales
Como muestran esos casos, la mayoría de países europeos regula sus elecciones municipales a través de sistemas electorales muy similares a los que regulan sus elecciones generales. El motivo puede ser la familiaridad, puesto que resulta engorroso adaptarse a distintos sistemas. Pero también se trata de una cuestión de tradición: los sistemas electorales son el resultado de la historia única de cada país, por lo cual sus sistemas electorales se reproducen casi tan a menudo como su cine reproduce trazos de su literatura.
Es por ello por lo que las perspectivas de un cambio drástico en el sistema electoral municipal español son reducidas. Quedan dos opciones: incluir pequeños cambios cosméticos en el actual sistema electoral municipal, o bien acometer una reforma conjunta a otros ámbitos.
Agustí Bosch es profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona.
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