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CONFLICTO EN LA SANIDAD PÚBLICA

"La gente no se cree lo que ganamos"

Los médicos dicen estar hartos de sus sueldos y del sistema, pero por nada del mundo dejarían la sanidad pública

Gabriela Cañas

"Tengo 47 años y creo que méritos suficientes para progresar en mi carrera. Pero llevo 21 años como adjunto (médico de la sanidad pública con plaza en propiedad) y me siento estancado, sin posibilidades de hacer nada más. Redondeo el sueldo con las guardías -cuatro o cinco al mes de 24 horas cada una- para llegar casi a las 300.000 y a veces recibo niños de otras comunidades autónomas. Me los envían colegas de otros hospitales porque creen que aquí les vamos a tratar mejor. Y es verdad. Tenemos más medios y profesionales más preparados. Casi siempre ese colega que me envía al niño gana más que yo". Federico Hawkins es médico adjunto del hospital infantil de La Paz y especialista en neonatología.Hawkins fue ayer a la huelga. Como muchos de sus colegas del hospital infantil. Ayer, este pequeño edificio enclavado dentro de la ciudadela de La Paz era un remanso de paz. Poca gente en los pasillos y poca actividad en los quirófanos. En la tercera planta se estaba realizando una operación de urgencia -un trasplante de riñón- y en una improvisada sala de reuniones Hawkins y cuatro colegas más contaban sus sinsabores en la sanidad pública española, que comienzan por un sueldo que se les ha convertido en un insulto. "La gente no se cree que ganemos tan poco", dice Maite de la Cruz, médico anestesista, que tiene que salir corriendo para atender el trasplante de riñón.

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De la Cruz, con 20 años de antigüedad, es de las que se ve obligada a redondear el sueldo con las guardias, un sistema que no sirve para siempre. Una baja por enfermedad devuelve a la nómina la cruel realidad. Hawkins también hace guardias, y Ricardo Tuset, otro anestesista. Arturo Cimarra, especialista en ortopedia, ha renunciado a ellas, sin embargo. Porque Cimarra, como el jefe de neurología infantil, Ignacio Pascual-Castroviejo, tiene consulta privada.

"Al principio, mi actividad privada era un pequeño lujo que completaba mi sueldo en la sanidad pública", explica Cimarra. "Ahora me resulta imprescindible, porque mi nómina ronda siempre las 200.000 pesetas. Son sólo 14 pagas al año y nuestro horario es de 37 horas semanales. Sin embargo, antes dejaría la consulta privada que el prestigio del hospital".

Los cinco facultativos están de acuerdo en considerar que el sistema hospitalario está viciado; especialmente desde 1987. Creen que los complementos salariales no se otorgan por méritos o por hacer, más horario, sino que son como pesebres para los que no tienen prestigio fuera del hospital, que han perdido su poder jerárquico para organizar un servicio y que, al ser menos numerosos que el resto del personal sanitario, han terminado por convertirse en los peor tratados del sistema.

Un plato de lentejas

"El presupuesto para material se está reduciendo", dice Pascual-Castroviejo. "Y ya hay clínicas privadas aquí mejor equipadas que nosotros. Mientras tanto, el área de gerencia sigue creciendo

En este contexto, no es extraño que esta huelga se haya pertrechado de cajas de resistencia de las que los médicos pretenden nutrirse cuando empiecen a notar el desgaste económico derivado del paro. En La Paz, tras la reunión del comité de huelga del centro, dos decenas de facultativos dedicaron la mañana a ir a cada departamento para informar al resto de sus compañeros del funcionamiento del fondo, común, informa Ana Llovet.

En la reunión del comité se insistió en convencer a los que no se han unido a la huelga para que colaboren con la caja. Los huelguistas están pidiendo aportaciones de un mínimo de 5.000 pesetas y un máximo de 20.000.

También los médicos del Ramón y Cajal decidieron poner en marcha una caja de resistencia con los fondos de la Asociación de Médicos del Hospital y con la venta de bonos entre los que quieran colaborar, informa Elena Castelló.

El sindicato médico CESM, convocante de la huelga, asegura que sólo en el día de ayer se recaudaron cinco millones de pesetas.

En la tercera planta de La Paz, los médicos reunidos hacían votos porque la huelga se mantuviera con firmeza. "En el 87 nos vendieron por un plato de lentejas. Ahora esperamos que esto sea distinto".

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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