Soldados ayer, diputados hoy
Conclusiones opuestas sobre el pasado de un parlamentario poscomunista alemán y otro democristiano
En el Parlamento federal alemán (Bundestag) apenas queda media docena de diputados ex combatientes de las tropas hitlerianas de la Wehrmacht. El diputado democristiano Alfred Dregger (CDU), de 74 años, y el del Partido del Socialismo Democrático, conde Heinrich von Einsiedel (PDS, poscomunista), de 73 años;, llegan a conclusiones opuestas a la hora de enjuiciar el pasado Para Dregger, la Wehrmiach; defendió Alemania y el diputado asegura que nunca tuvo conocimiento de hechos ciriminales. El conde rojo Einsiedel tomó conciencia del carácter criminal de la guerra y se unió a los comunistas en la URSS para desde allí tratar de derribar al nazismo.Einsiedel, biznieto de Bismarck, vivió el 8 de mayo de 1945 bajo prisión soviética, en la sede del Comité Alemania Libre, fundado en julio de 1943 y que agrupaba a alemanes comunistas exiliados, y oficiales prisioneros, "para construir un modelo de frente popular contra Hitler con todas las fuerzas de resistencia". Dregger (CDU) relata: "Me encontraba con mi batallón en Silesia, en el frente ruso. LLegó la capitulación y depusimos las armas. Nos dividimos en grupos pequeños para tratar de llegar a la patria. Los checos me hirieron tras la capitulación. Fue la cuarta herida de guerra. Me salvaron unos soldados rusos". Con una arteria rota y una herida que empezaba a supurar, Dregger no quena de ningún modo quedar en la zona soviética y trató de llegar por cualquier medio hasta quedar prisionero de los norteamericanos.
Ante el dilema planteado al enjuiciar el 8 de mayo, entre liberación o derrota, Einsiedel relativiza los conceptos: "Fue una liberación, matar a un dragón, el del imperialismo alemán. Eso fue una liberación ,para todos y también para los alemanes. El 10 de mayo ya no había nazis en Alemania, habían desaparecido todos
[tono irónico]. Fue como un exorcismo. Los alemanes fueron liberados de un demonio, que los había poseído, pero lucharon desesperadamente contra esa liberación. Fue condenadamente difícil liberarnos".
En aquellos momentos. de hace 50 años, Dregger no pensaba ni en liberación ni en derrota. "Toda mi energía y, toda mi inteligencia", señala, "se concentraban en ver la forma de llegar a Westfalia". Para Dregger, no cabe duda de que la Wehrmacht combatió de forma limpia, salvo posibles excepciones aisladas. Por eso no comparte la visión negatíva presentada en una exposición actual sobre los crímenes de la Wehrmacht en la II Guerra Mundial: "En mi terreno, yo era jefe de compañía y después jefe de batallón. Nunca ocurrió nada de lo que se muestra en la exposición de Hamburgo. No digo que no haya podido ocurrir en otro lugar. Eran 18 millones de soldados y sucedieron cosas crueles en territorios de partisanos". Y añade Dregger: "La Wehrmacht fue absuelta en el tribunal internacional de Nuremberg y me parece asombroso que ahora otras personas sepan más del terna".El conde rojo Einsiedel se decepcionó muy pronto con el estalinismo vigente en la zona de ocupación soviética. En 1948, antes incluso de la fundación de la hoy desaparecida República Democrática Alemana (RDA), se trasladó a la zona occidental. Esto no le impide, tras la reunificación alemana, incorporarse al PDS (poscomunista), con el que ha conseguido un escaño en el Bundestag. Para Einsiedel, "el Ejército Rojo no vino con guantes. Los aliados no dijeron que venían a liberar, sino a conquistar.
Naturalmente el final de la guerra fue una liberación de una pesadilla para la humanidad y para los países conquistados y oprimidos por los alemanes, y para los supervivientes del fascismo en los campos de concentración, pero la abrumadora mayoría de los alemanes no lo percibió como una liberación".Dregger acaba de firmar el manifiesto de un grupo de políticos, periodistas e intelectuales que reclaman no olvidar que el 8 de mayo significó el inicio de la expulsión de los alemanes de sus territorios del Este y de la opresión en la antigua RDA. No se siente Dregger ni avergonzado ni orgulloso de su papel en la guerra: "Yo vi la guerra como una guerra contra Alemania. Los aliados en Casablanca no exigieron la rendición de la Alemania de Hitler, sino de los alemanes. Nosotros teníamos una idea concreta de lo que eso significaba. Que hayamos intentado defender el país, hay que comprenderlo. Cada uno puede juzgarlo como quiera".
Einsiedel cree que "para cada ciudadano alemán tenía que estar claro que asaltamos ese país
[la Unión Soviética] para conquistarlo y todos tenían que saberlo. Nunca hubo nada semejante en toda la historia europea, que un Estado hiciese una guerra para borrar a otro país del mapa y eliminar a toda la población".
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