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FIESTA DE LAS LETRAS ESPAÑOLAS

El calor de la cultura

El despiste protocolario emociona a Vargas Llosa: "Me siento como en casa"

Es una tradición. Las gentes de las letras, de la cultura, aguardan pacientemente en una larga cola para saludar a los Reyes. Escenario: Palacio Real de Madrid. Motivo: entrega del Premio Cervantes. Comentarios: "¿Me tengo que inclinar ante los Reyes?", "¿les doy la mano?", "¿qué hago?". El protocolo o lo que fuera se rompió pronto. El Rey saludaba con la mano izquierda, la derecha aún no la tiene totalmente recuperada de su accidente de esquí. La broma fue inevitable:- Un editor: Señor, con esa mano no podrá escribir libros.

- Don Juan Carlos: Sí, quizá no debería dar tanto la mano. Se me resentirá.

- Editor: Sobre todo no se la dé a los escritores. Ya sabe, les da la mano y se quedan con el brazo.

- Editor: Señor, le harán muchas bromas. Le preguntarán si es usted más de izquierdas o de derechas desde que da la mano con la izquierda.

El Rey, muy moreno, muy simpático, muy diplomático (fue el comentario unánime), tardó un segundo en responder, y lo hizo en voz baja y con mímica: cruzó los brazos y dijo: "De centro", y estalló en carcajadas.

Don Juan Carlos y Doña Soria fueron las estrellas de la velada. Se mezclaron con todos los grupos, hablaron de todos los temas. Uno de los preferidos fue el reciente Día del Libro en Cataluña. "Dicen que han vendido cuatro millones de rosas", dijo el Rey. Y alguien añadió: "Y más de 4.000 millones de pesetas en libros". La Reina se mostró un poco más escéptica y muy feminista: "Bueno, pero eso que dicen de que en Cataluña la mujer regala un libro al hombre y el hombre una rosa a la mujer...". "¿Es que no leen las mujeres?", añadió una espontánea. Dos editores, Jorge Herralde y Mario Muchnick, se apresuraron a contestar: "Todo el mundo regala rosas y libros a todo el mundo".El tiempo, la baja temperatura, fue otro de los temas de conversación. "¡Qué calor, qué calor, en el Palacio Real!". "¡Y qué frío, qué frío hizo durante la mañana en Alcalá de Henares, durante la entrega del Premio Cervantes!". Uno de los pocos que no pasó frío en Alcalá fue el galardonado. "¿Hizo frío? No me di cuenta", dijo luego en el Palacio Real. El escritor explicó a carcajadas el despiste protocolario: poco antes de empezar los discursos debía el Rey entregarle la medalla, pero ésta no apareció. Don Juan Carlos se puso nervioso, el escritor, desconcertado. Al fin, en total menos de cinco minutos, cuando el silencio se hacía más intenso, la trajo un ordenanza. La ceremonia continuó. Por la tarde Vargas Llosa lo comentaba muerto de risa: "Tenía que ser así, me he sentido como en casa. Todo estupendo". Y más carcajadas, esas contagiosas risas llenas de optimismo de Vargas Llosa.Algo ha pasado este año entre la lista de invitados a los actos del Cervantes (en Alcalá de Henares y en el Palacio Real) que no ha funcionado. Una es la de la Casa Real, la otra la del Ministerio de Cultura. Sea como fuere más de uno se ha quedado fuera y ha dolido a los que sí han estado en ambos actos. Renuentes todos a dar nombres, éstos flotaban en el ambiente. "¿Es verdad que no han invitado a Alfredo Bryce Echenique?", "¿es cierto que se ha prescindido de un mítico editor vinculado a un gran grupo?", "¿por qué no está aquí ese editor, distribuidor y librero que es corazón de las letras de Madrid?". Al parecer el único problema está en una y otra lista. "Lamentable", fue el comentario unánime.

Tampoco faltó la queja anual. "Cada vez vienen menos escritores y más periodistas. Allí, en el Palacio Real, estaban, entre otros, Francisco Ayala, Manuel de Lope, Miquel de Palol, José María Merino, Luis Mateo Díez, Baltasar Porcel, Gloria Fuertes... Gentes del cine, Berlanga, Garci.... Del teatro, Adolfo Marsillach, Jaime Salom... Y, quizá los más contentos, los editores, que aseguran estar en una etapa de recuperación económica. Rafael Martínez Alés, de Alianza Editorial; Fermín Vargas, que afronta nuevos retos en Anaya; el siempre inquieto Juan Cruz, de Alfaguara; Antonio López de Lamadrid y Beatriz de Mourá, de Tusquets, sorprendidos de la cantidad de libros que ha firmado Jorge Semprún; Jorge Herralde, con un pan de kilo bajo el brazo: Un buen partido, de Vikram Seth; Federico Ibáñez, de Castalia, siempre apostando por los clásicos...

Hacía mucho calor en el Palacio Real, pero alguien abrió las ventanas y nadie quiso irse hasta el último minuto. La próxima cita, a finales de mayo, la Feria del Libro de Madrid.

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