En la fiesta de los jefes

The Chieftains¡La que armaron Los jefes! Hacía un par de minutos que sonaba música de ambiente, cuando tuvieron que volver a escena: el público en pie reclamaba la presencia de estos irlandeses casi tan representativos de su país como una célebre marca de cerveza. Cada vez que se reúnen es una fiesta. En esta ocasión, con pareja de bailarines al estilo gimnástico de esas coreografías que pueden verse en cientos de filmes del Oeste.Los Chieftains nacieron el año del magnicidio de Kennedy. Aunque el mundo no descubriría su música hasta mediados de los setenta, en la banda sonora de Barry Lindon. Con las notas al violín del bellísimo tema principal de la película de Kubrick, iniciaron una serie de aires bretones, escoceses, irlandeses e incluso gallegos; alternando baladas milenarias con unos reels endiablados. Del último disco, The Long. Black Veil (El largo velo negro), ofrecieron unos fragmentos distantes de las versiones grabadas. Y es que los Chieftains no pudieron traerse a ninguno de los colaboradores del álbum porque, según comentó Paddy Moloney, los Rolling Stones estaban de gira y Sting había tenido que salir de viaje. Una broma más del dicharachero Moloney que, al regresar para el bis, exclamó con simulado gesto de fastidio: "¡Vaya!, tampoco éstos tienen casa adónde ir".

No hay que perderle de vista. Moloney es un duendecillo celta, con mirada pícara entre Guillermo Brown y el señor Casamajó. Este hombre que trabajó como contable durante 12 años -era la época en que los demás miembros se ganaban la vida en el servicio de correos y otros menesteres-, calificó, a Carlos Núñez, prácticamente un Chieftains honorario, de genio. Ver al joven vigués en fotografías junto a Dylan o Sinéad O'Connor parece ya de lo más natural, y su nombre figura en las agendas de los famosos a la hora de contar con un gaitero de garantía. Juntos evocaron el parentesco musical galaico-irlandés, a partir de una melodía gallega ancestral. Uno de los momentos apoteósicos de la noche.

Los Chieftains son responsables del renacimiento de la música tradicional de Irlanda. Y uno imagina a estos seis santos varones en algún pub de Dublín, cuando tras echar el cierre, se quedan dentro con los habituales del lugar, y las cervezas van caldeando el ambiente.