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Sin perro que ladre en Hebrón

El pastor palestino de Hebrón Mayi Jalili Yábari se ha visto forzado a encerrar a sus dos perros en su garaje y tiembla cada vez que comienzan a ladrar. "Si los descubren los matarán", dice. Yábari ya ha perdido un cachorro. "Soldados israelíes lo acribillaron a balazos la otra noche a las puertas del corral", susurra.Los perros de esta ciudad cisjordana bajo la ocupación del Ejército israelí han entrado en la clandestinidad desde el pasado fin de semana, cuando Hebrón se convirtió en escenario de una extraña e indiscriminada matanza de canes. Noventa, según las cifras oficiales israelíes; más de 200, según los palestinos: Como todo en esta tierra; de interminable conflicto, la matanza de perros tiene varias versiones.

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Según el portavoz de la Administración civil israelí, la matanza fue una "medida de rutina para erradicar el peligro de una epidemia de rabia". La oficina de Recursos Naturales afirma que en Hebrón se han registrado "entre tres y cuatro casos de rabia", pero el Ministerio de Sanidad israelí lo niega tajantemente: "No hay indicio alguno de un brote de rabia".

Contrariamente al testimonio de varios residentes, el Ejército niega toda participación en la matanza. Fueron "especialistas civiles en higiene urbana", dice. Pero el ministro de Asuntos Ambientales, Yossi Sarid, ha descrito la eliminación de canes como una práctica "inaceptable". En vista del furor que la campaña está produciendo entre los palestinos y las organizaciones defensoras de animales, Sarid ha pedido "aclaraciones" a la Administración civil.

No hay mucho que aclarar, dicen los palestinos. Para ellos, la matanza de perros no es un misterio. Tiene indiscutibles propósitos militares:como los gansos en tiempos de los romanos, los perros se habían convertido en un efectivo sistema de alerta para los guerrilleros palestinos buscados por el Ejército y la policía. Sus ladridos delataban los movimientos de las patrullas noctumas y ponían sobre aviso a los elementos de Hamás y la Yihad Islámica.

Hace dos días, en una esquina de Hebrón, un rapaz palestino identificó a más de cinco perros muertos a tiros y que habían sido arrojados en un vertedero.

El alcalde palestino de la ciudad, Mustafá Natche, prefiere no tocar el tema. "No quiere hacer aspavientos para no irritar a los israelíes. Tiene miedo", comenta un activista palestino.

En Hebrón, por tanto, hoy no hay perro a la vista. Salvo el que duerme plácidamente a los pies de los centinelas israelíes del asentamiento judío de Beit Hadassab.

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