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Expiar las culpas con limpieza

Dos menores de Orense redimen pena aprendiendo un oficio en la misma empresa en la que robaron

Los llamaremos Ángel y David. Son dos menores que a los 15 años, lejos de los afectos y cercados por las malas compañías, decidieron una noche de invierno asaltar las cocheras de la empresa concesionaria del transporte urbano de Orense. De los autobuses estacionados, fuera de servicio a aquella hora, pusieron sus ojos en emisoras, cámaras de vídeo y visores, llevándose todo lo que entonces pudieron cargar encima.La empresa detectó enseguida la desaparición de los equipos y aquella misma noche Ángel y David eran detenidos por la policía. "Eran dos niños y todavía cargaban con el material", recuerda Ramón Martínez, gerente de Orense de Transportes, quien a partir de aquí comenzó su particular. odisea por recuperar los objetos robados.

En su odisea conoció a Ignacio Bedoya, educador del Centro de Protección de Menores Montealegre, donde Ángel y David habían sido enviados, y juntos discurrieron la manera en que podrían redimir las condenas de un año y seis meses, respectivamente, que el juez les había impuesto.

No hay precedentes, así que gerente y educador tienen que cumplir muchos trámites y recibir informes favorables de diversas instituciones, pero finalmente los chavales se incorporan dos días a la semana tres horas por jornada a la realización de traba jos de limpieza.

Historias difíciles

"Vinieron adonde habían hecho la travesura y al principio no debió ser fácil para ellos. No era un premio, sino un castigo para restituir el daño producido a la empresa, y en un principio pocos nos animaron, diciendo que era una locura", recuerda Ramón dos meses después de comenzada la experiencia.

"Todos nos decían que acabaría mal y lo cierto es que poco a poco nos hemos encariñado con ellos porque los estamos viendo evolucionar y sabemos que sus historias particulares son difíciles. Cuando llegaron eran dos muchachos retraídos, pero ahora se desenvuelven con soltura como dos empleados más".

Como usuarios de los autobuses, los dos chavales condenados por robo eran de los que ponían los pies encima de los asientos, ensuciaban el suelo con cáscaras de pipas y no les preocupaba ver que otros hacían pintadas a. bolígrafo. "Pero ahora se preocupan de advertir a sus amigos y reconocen que les molesta ver el resultado de la falta de civismo cuando les toca limpiar lo -que otros mancharon", explica Ramón Martínez.

La experiencia evoluciona y educador y gerente se lo toman a pecho. "Vimos que uno tenía aptitudes para la chapa y le estamos enseñando el oficio, mientras que el otro optará por los estudios". Así, henchidos de ilusión, deciden dar un paso más. "Estamos. trabajando en la elaboración de un convenio, que queremos hacer extensible con nuestra empresa al resto del Estado, en base al cual menores con problemas residentes en centros de acogida puedan aprender un oficio".

Ramón Martínez persigue dar una oportunidad a los menores que, en muchos casos, quedarán desvalidos a los 18 años y que, a través de cursos de mecánica o electricidad específicos para los autobuses, puedan encontrar trabajo con la mayoría de edad. "No perseguimos sólo un interés docente. Nos gustaría que alguno se quedase y... ¿quién sabe?".

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