Un empresario decoró su chalé con 130 piezas arqueológicas procedentes de expolios
Un gusto intemporal. El chalé de un ciudadano alemán de 60 años en El Boalo (2.075 habitantes) lucía pilas bautismales de la Edad Media, hebillas visigodas, símbolos fálicos de época romana, fibulas celtibéricas y puntas de flecha de la Edad del Bronce. Muy ampuloso. La decoración no fue del agrado de la Policía Judicial madrileña, que decomisó de la vivienda un total de 138 piezas arqueológicas -en su mayoría, monedas y objetos orna mentales-. Procedentes de saqueos, ninguna había sido declarada, según la Jefatura Superior de Policía de Madrid, al Patrimonio Histórico Español. La más antigua data del 2000 antes de Cristo, cuando Madrid ni siquiera era una choza. Los arqueólogos que han tenido acceso al tesoro, han calificado algunas piezas -como los penes de hierro- de excepcionales.
Aficionado a lo antiguo
El decomiso fue practicado a finales de marzo pasado por la Sección X de la Brigada Provincial de Policía Judicial, especializados en robos a establecimientos. La investigación que condujo hasta la vivienda se inició en enero, cuando a los agentes les llegó la noticia de que en una vivienda de las afueras de Madrid, propiedad de un aficionado a las antigüedades, se ocultaba un tesoro arqueológico. Cuando finalmente dieron con el empresario alemán, éste señaló que las había comprado sin conocer su origen supuestamente ilegal.El vendedor, un hombre de 42 años, fue interrogado por los agentes. Se derrotó. Reconoció que comerciaba con piezas procedentes de excavaciones clandestinas en toda España. Nadie ha, sido encarcelado por los hechos.
Los objetos han sido entregados a la Dirección General del Patrimonio Cultural para su evaluación, que tardará aproximadamente un mes. El subdirector del citado departamento, Cristóbal Vallhonrat, manifestó que el 75% de las piezas expoliadas en España aflora en el mercado negro de Madrid. Fuentes policiales indicaron que el botín descubierto en El Boalo responde a las exigencias de un comprador especializado en objetos únicos, imposibles de conseguir en los circuitos habituales.
Todo hallazgo arqueológico ha de comunicarse a la Administración. El descubridor puede recibir una recompensa a cambio, pero las piezas son de titularidad pública. "Esto implica que casi todos los objetos arqueológicos que hay en manos privadas son ilegales, excepto aquellos de los que se demuestre que han sido heredados", comentó Vallhonrat.
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