Apagón planetario
Cerca de 250 alumnos de un curso de astronomía observan las estrellas con telescopios
Las luces del Parque Tierno Galván se apagaron por una noche para los amantes de las estrellas. Un actor, un fontanero, una economista, un músico, un peluquero, un piloto, profesores y decenas de estudiantes se reunieron en torno a cinco telescopios para observar nebulosas, estrellas y planetas. Todos eran alumnos del curso de astronomía organizado por el Planetario, que tuvo en la noche del martes la clase práctica de observación. La pasión por las estrellas es incluso capaz de empujar a un capellán militar a viajar de Burgos a Madrid, dos días a la semana, para asisitir a este curso. La primera edición del curso de astronomía se celebró en 1994, y también se cubrieron todas las plazas. La próxima se realizará en primavera y tendrá carácter anual.Cuatro profesores ajustaban los telescopios poco antes de la llegada de la mayor parte de los 246 alumnos que siguen el curso. "Esta noche tenemos Marte", comentaba uno de ellos, cual chef que recuerda el menú de la cena. Pedro Velasco, profesor, relata cuáles son los planetas que se pueden ver en el cielo madrileño a lo largo de la noche -y con telescopio- durante estos días: "Júpiter, avanzada la madrugada; Venus, muy brillante, antes del amanecer, y Saturno, poco antes del amanecer. Pero se verá mejor en unas semanas". El problema reside en que la iluminación de la ciudad y la contaminación actúan como filtros y sólo permiten la visión de los objetos más brillantes: "Sin la luz de la ciudad veríamos galaxias lejanas", afirma Telmo Fernández, coordinador del curso". El asunto de ver estrellas por un telescopio causa estragos. Todos los años, cuando llega el verano, el Planetario organiza sesiones nocturnas de observación abiertas al público en general. En la del último verano, cuando se cumplió el 250 aniversario de la llegada del hombre a la Luna, cerca de 3.000 personas hicieron cola hasta las cuatro de la madrugada para ver las estrellas.
En la noche del martes todo eran brazos apuntando al cielo. "Es una gozada, ¿eh?", exclamaba una estudiante tras observar la Luna. Mientras, una compañera suya comentaba por lo bajini: "Mira. A mí me han dicho que eso era Marte. Yo, por telescopio, sólo he visto un punto y he dicho: vale".
La mayor parte de los que participan en el curso son profesores y estudiantes. Abel Nin, alumno de ingeniería aeronáutica, no tenía ni idea de astronomía al apuntarse. "Sólo conocía Orión por las películas", dice, en referencia al logotipo de la productora cinematográfica norteamericana. Lo mismo le ocurría a Tirso Sánchez: "Yo no sabía siquiera encontrar la Osa Mayor a simple vista", comenta este estudiante de derecho. Ambos se muestran satisfechos de las nociones adquiridas en un curso del que quedaron fuera cerca de 100 personas. "Es como ver las estrellas desde fuera de la Tierra", comentaba Tirso Sánchez, el estudiante de derecho. Soledad, la alumna de ciencias físicas, lo describía de un modo distinto: "Lo ves como en una foto de un libro. Parece que la vas a tocar, pero no puedes".
Las 246 plazas de que consta el curso -las mismas que tiene la sala de proyección del Planetario- se han cubierto rápidamente en las dos ediciones que se han celebrado hasta la fecha.
Luna agrietada
"La Luna está agrietada" u Orión es un como una nube de algodón" son algunos de los comentarios que se escucharon en los corrillos formados en torno a los telescopios, que apuntaban a la Luna, Marte, dos estrellas: Mizar y Alcor, y dos cúmulos de estrellas: Las Pléyades y el Pesebre. Mizar y Alcor forman lo que se conoce corno un sistema doble: a simple vista sólo se ve una estrella, y con el telescopio se comprueba que hay dos. Una leyenda cuenta que los árabes las utilizaban para probar la visión de sus guerreros: el que no las veía acababa cuidando los caballos.
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