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La violencia en Burundi provoca el éxodo de miles de personas hacia Zaire

"La mecha está encendida. Lo difícil es saber cuándo llegará la llama al barril de pólvora". Con estas palabras definió ayer desde Bujumbura, la capital de Burundi, el embajador español José María Sanz Pastor, la explosiva situación que vive el diminuto país centroafricano. Periodistas locales pudieron comprobar con sus propios ojos cómo decenas de cadáveres yacían en algunas calles de la capital tras una noche de enfrentamientos étnicos. Cerca de 20.000 personas emprendieron ayer el éxodo hacia el vecino Zaire ante el temor de que los enfrentamientos se recrudezcan y la guerra civil larvada se desencadene. Esta noche está prevista la llegada a Madrid de unos 15 españoles residentes en Burundi.A una noche de fuego, con enfrentamientos armados en varios barrios de la capital burundesa, siguió una mañana relativamente tranquila, aunque el mercado central, verdadero barómetro de la vida urbana, estaba ayer completamente desierto. Cerca de 4.000 personas, zaireños en su mayoría, cruzaron ayer la frontera con Zaire, en Uvira, apenas a 30 minutos en automóvil desde Bujumbura. Otros varios miles de residentes, hutus en su mayor parte, empaquetaban apresuradamente sus pertenencias y a bordo de automóviles y autobuses emprendían el éxodo, por temor a las represalias del Ejército.

Bandas de radicales tutsis y hutus no han dejado de hostigarse violentamente desde hace varias semanas, pero la tarde del viernes y la noche del viernes al sábado ha sido una de las peores vividas en la capital de la antigua colonia belga. En el suburbio de Buyenzi, varios periodistas vieron cerca de medio centenar de cuerpos en las calles. "La mayoría de los muertos eran hombres jóvenes, pero también había mujeres, e incluso familias enteras. Era sobrecogedor", declaró una fotógrafa europea, que pudo ver a mucha gente quejándose amargamente de sus heridas.

Un gran numero de casas del barrio de Bwiza pertenecientes a vecinos de la etnia hutu (la mayoritaria de este país africano de casi seis millones de habitantes con una misma composición étnica que la vecina Ruanda: 85% de hutus y 15% de tutsis) fueron quemadas ayer por milicianos tutsis. "Este distrito ha sido limpiado. No han quedado hutus aquí", declaró ayer Issa Ngendakumana, secretario de Estado para la Salud Pública del Gobierno burundés.

Mientras la radio estatal aseguraba que la sede central del gobernante Frodebu (Frente para la Democratización de Burundi) fue tiroteada ayer, la comitiva de 12 automóviles del primer ministro, Antoine Nduwayode, que trataba de hacerse con una visión de primera mano de lo sucedido en la noche del viernes, tuvo que volver sobre sus pasos.

El presidente de Burundi, Sylvestre Ntibantunganya, llamo ayer a sus conciudadanos "que quieren la paz" a "organizarse para poder escapar a la lógica de los terroristas". En una emocionada arenga radiofónica, el jefe del Estado ordenó una "movilización general" contra la violencia étnica.

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Rechazo de refugiados

Mientras tanto, el Gobierno de Zaire comunicó ayer al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) que a partir de mañana, lunes, rechazará la entrada de burunduses en su territorio.

Un primer contingente de españoles residentes en Burundi tenía prevista ayer su llegada a Madrid vía Bruselas, en un vuelo regular. Son apenas 15 de una colonia de unas 40 personas. El embajador de España en Tanzania, que se encuentra en Bujumbura para intentar convencer a los miembros de la colonia española que esperen días mejores fuera del país, no consiguió convencer a los religiosos.

"Me temo que los misioneros se quedan", alegó Sanz Pastor. Ayer pudo hablar con radio con los religiosos que trabajan en el interior de Burundi. Pero el embajador, que vivió de cerca la catástrofe ruandesa, admite que ya "no hay nadie optimista".

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