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La bienal del museo Whitney amplía su 'vocación americana'

Obras de 88 artistas marcan la diversidad del arte

El latido del arte americano actual resuena en los trabajos de 88 pintores, fotógrafos y cineastas americanos convocados en la 68ª edición de la Bienal del Museo Whitney de Arte Americano, en Nueva York. Desde los lienzos abstractos de Cy Twombly hasta las instalaciones del jamaicano Nari Ward, las cuatro plantas del Whitney servirán, hasta el 4 de junio, como escaparate para la polémica y como lanzadera de nuevos nombres.

La bienal incluye por primera vez obras de artistas mexicanos y canadienses, ampliando así la vocación "americana" del Whitney. Un montaje del mexicano Gabriel Orozco situado a la entrada del museo es precisamente la obra que da la bienvenida a la bienal. Se trata de un ascensor al que se ha seccionado la parte central, y no es la oferta más insólita de la exposición. En la cuarta planta, una habitación entera está dedicada a la instalación My brother / Brancusi, de Jason Rhoades, compuesta de trozos de máquinas de jardinería, motores de gasolina y donuts. El artista de origen jamaicano Nari Ward ha llevado al Whitney un coche funerario cortado en dos y completamente cubierto de grasa (Peace Keeper).

En cada edición de la bienal se encarga a un organizador que realice la selección de obras y artistas que pasarán por el escaparate del Whitney. El año pasado, Elisabeth Sussman recibió duras críticas por su casi exclusiva dedicación al arte de contenido y/ o comentario político. En 1995, Klaus Kertess hace una selección ecléctica que deja a la bienal sin un único tema de referencia, pero con una apuesta clara por lo visual: "El arte funciona aquí como una plataforma para la experiencia sensorial", explica un cartel al inicio de la exposición. Y a pesar de la abundancia de instalaciones, el número de pintores es mayor que en la edición anterior.

Tras los 18 meses que Kertess ha pasado recorriendo Estados Unidos para completar el catálogo de la bienal, no se observan tendencias comunes, y, en sus propias palabras, los artistas representados "están tomando la metáfora a través de una variedad de aproximaciones, desde artistas abstractos que emplean la geometría o las marcas hasta artistas más figurativos comprometidos con la narrativa".

En pintura se observa un frecuente recurso a la estética de la ilustración o el, comic, como en los cuadros de Christian Schumann, que a sus 24 años es el artista más joven de esta bienal, o en los del pintor pop Peter Saul. Junto a estos trabajos se encuentran las nuevas obras de artistas diametralmente opuestos como Cy Twombly o las del expresionista abstracto Milton Resnick. El hiperrealismo tiene una breve representación de la mano de Catherine Murphy. Una artista de 29 años, Nicole Eisenman, puede convertirse, con sus dos trabajos expuestos, en una de las estrellas de la bienal. En el capítulo de fotografía, la selección de la bienal es una recreación en el feísmo difícil de tragar. Los menos hirientes son los collages de John O'Reilly, pero las colecciones de prostitutas japonesas de Nan Goldin y de travestidos y sadomasoquistas de Catherine Opie son, en estos momentos difíciles para la subvención pública del arte en EE UU, todo un argumento para los que se oponen a ella.

Un remanso de paz en medio de esta diversidad a menudo agresiva son los montajes de mobiliario de Andrea Zittel. Las exposiciones bienales del Whitney se iniciaron en 1932 por la fundadora del Museo Gertrude Vanderbilt Whitney, con la intención de contrarrestar la tendencia habitual de los museos de abrir sus puertas sólo a artistas consagrados o reconocidos. Artistas como Philip Guston, Edward Hopper y Georgia O'Keeffe realizaron así sus primeras exposiciones en el Whitney. Este año, por primera vez, la bienal viajará a Checoslovaquia, tras su clausura en Nueva York.

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