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Tribuna
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Querido Antonio Muñoz Molina: escribes muy bien, pero no tienes ni idea de diseño. Tu artículo del otro día era ingenioso, hiriente, tópico y, sobre todo, despistado. ¡Qué raro que no empezases con lo del "diseñas o trabajas"! Con todo el cariño del mundo, vamos a intentar seducirte con las bondades de tan útil menester.Primero hay que aclarar que no todos los diseñadores son frívolos, ni cocainómanos, ni posmodernos, ni se cortan las patillas a la altura de la sien; los hay incompetentes, claro está, pero en la misma proporción que taxistas o periodistas. Gracias al diseño has podido escribir tu artículo y nosotros contestarte; un diseña dor industrial ideó tu ordenador o tu pluma, y otro, gráfico planeó la maqueta del diario que leemos. Gracias al diseño la vida actual es más cómoda y segura. Hay que tener en cuenta que el diseño es una disciplina nueva, balbuceante; es cierto que en su, nombre se han cometido muchos desaguisados, los necesarios para experimentar y avanzar. El diseño tiene un pie en la técnica y otro en el arte, entremezcla industria y cultura, está en las fábricas y también en los museos de todo el mundo, está inmerso en una su gestiva dialéctica entre funcionalidad y estética. Decir que el dise ño es un camelo o un fraude es injusto. Imagínate un mundo sin diseño: la Edad Media.

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No es un espejismo

Pero aún desvarías más al hablar del diseño español de los ochenta. Ojalá hubiese tenido el abasto que dices, ahora nos irían mejor las cosas. Realmente se exageró, y muchos fantasmas se subieron al tren -de alta velocidad- aupados por la bonanza económica y los medios de comunicación ávidos de novedad. Pero la tan vilipendiada década de los ochenta fue ricamente convulsa, fértil creativamente; sólo disgustó a los puristas y mojigatos. Para nosotros fue excitante y agridulce . Nos entristece que metas en un mismo saco a diseñadores, banqueros engominados, impostores, piratas financieros y al mismísimo Roldán nuestro de cada día. Los diseñadores, a lo sumo, pudieron equivocarse, hacían los encargos que recibían, pero los otros engañaron y robaron con cinismo. Tu tono tan agrio nos recuerda el de ciertos críticos frustrados y envidiosos. ¿Por qué tanta saña?

Otro equívoco garrafal es pensar que los diseñadores han sido los héroes de la edad socialista. Te confundes con Francia, con Mitterrand y Lang; lamentablemente, aquí no ha sido así. Fíjate en los tristes trajes. que llevan nuestros diputados y en la decoración de la casa de Boyer; lo más cerca que Felipe ha estado del diseño es cuando su hijo le dijo que se iba a Barcelona a estudiar una cosa llamada disseny. Los polítcos, en general, nunca han sido muy sensibles al tema, con la excepción, de un alcalde y un puñado más. Por supuesto que cuando llegaron al poder cambiaron logotipos y escudos municipales. ¿O hubieses preferido que dejasen águilas, yugos y flechas? Quizás los del Partido Popular los repongan. El diseño español no ha sido socialista, pero sí social, tiene un cometido de servicio a la sociedad ineludible, una responsabilidad emparejada con el progreso. Exagerando un poco, el diseño puede incluso salvar vidas creando vehículos más seguros o una señalización en las autopistas que evite accidentes. Tú, en cambio, te lías y confundes diseño con imagen, relaciones públicas, peluquería, moda, arte; vaya cacao mental. El diseño es una cosa seria, aunque no una ciencia exacta. Al parecer, tú prefieres las mujeres con melenas lacias, vaqueros y, vestidos flojos de los, sesenta en vez de las extremadas vamp de los noventa; ya ves, todo es razonable.

Respecto a Mariscal, realmente se merece un palo por bocazas y por su manía obsesiva por escupir en la mano que le alimenta, pero, independientemente de esto, es un genio, no del diseño, por supuesto, no se sabe muy bien de qué, pero es un ser excepcional, y aunque te repatee, marcará la cultura de nuestro país.

Por último, déjanos darte una mala noticia: el diseño no se acaba con el siglo, no ha hecho más que empezar; prepárate a vivir un desarrollo vertiginoso de lo que tú consideras un bluff y fuera valoran como uno de los rasgos de la España contemporánea. Todo el sector está trabajando duro para salir adelante: un grupo de empresarios valientes, un variopinto colectivo de creadores de gran talla y apasionados promotores culturales. Nosotros, en España -ya que no tenemos petróleo, ni tecnología punta, ni mano de obra barata-, apostamos por un diseño racional e ingenioso, detallista y fresco, que incentive nuestro maltrecho tejido industrial y que embellezca nuestro entorno. Y sin detrimento de la función que debe cumplir el diseño, déjanos salir en defensa de la estética, ese monstruo caprichoso que te da alergia. Recuerda Cuántas tropelías se han hecho en nombre de la funcionalidad y cómo el mediocre se ha escudado a menudo en la razón para justificar su falta de imaginación y sus bodrios. Aunque resulte blasfemo decirlo, no sólo queremos diseños útiles, sino también bellos, y cuanto más, mejor. Somos humanos.

Querido Antonio: una buena definición de diseñar es pensar, sazonar, prever las cosas antes de hacerlas, y no podemos creer que estés en contra de ello. Esperamos haberte reconciliado con el mundillo del diseño y convencerte de que no somos tan idiotas. A partir de mañana, cuando te despiertes y apagues el despertador, da gracias -o critica furibundamente- a quien lo ideó, y durante todo el día fíjate en que detrás de cada objeto que uses, por banal que parezca, ha habido un profesional pensándolo para ti, alguien presumiblemente, honrado que tal vez se haya sentido ofendido con tu artículo simplón. Nosotros también estarnos hartos de la cantinela del diseño, sobre todo de que se use equivocadamente como apostilla. Por favor, vuelve a escribir de diseño, pero cuando sepas de qué va, porque verás que conocerlo es amarlo.

Gran abrazo desde el apasionante infierno del diseño.

Juli Capella y Quim Larrea son arquitectos y especialistas en diseño.

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