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El mayor banco de cerebros humanos se abre a la investigación

8.000 piezas, conservadas en Inglaterra en un refugio de la II Guerra Mundial

En un un sótano que fue refugio aéreo en la Segunda Guerra Mundial, situado en un tranquilo rincón del sur de Inglaterra, unos 8.000 cerebros humanos pueden tener la clave de algunos de los misterios del comportamiento del hombre. Uno de los secretos mejor guardados de la investigación médica se abre para la investigación después de permanecer muchos años en las frías cámaras de un extraño almacén. Es un material excelente para investigar enfermedades como el mal de Alzheimer, la esclerosis múltiple o las lesiones producidas por el boxeo.

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Alheimer y esquizofrenia

(REUTER) Tras dos años dedicados a la catalogación de los especímenes guardados, los responsables de la colección Corsellis -nombre del fundador, Nick Corsellis- y el Consejo Británico de Investigación Médica han decidido colaborar para garantizar su conservación y abrirla para los científicos de todo el mundo."Aquí hay suficiente trabajo para muchos investigadores durante muchos años y creo que debemos poner este material a disposición de los investigadores de todo el mundo", dice el neuropatólogo Clive Bruton, encargado de la colección. La inmensa base de datos de anotaciones sobre pacientes se ha puesto en el sistema global de información de Internet, pero también se pueden enviar algunas muestras de tejido por correo.

"Todo el repertorio de enfermedades psiquiátricas está aquí", dice Bruton. "Es más grande, con mucho, que los dos bancos de cerebros de EE UU y deja en nada todas las otra colección del Reino Unido juntas".

Los cerebros, conservados desde hace hasta 40 años, están sumergidos en recipientes con formaldehído o están guardados en neveras, y en lonchas de laboratorio, en el Hospital Psiquiátrico Runwell, en Essex. El contenido de este refugio subterráneo ha servido ya para arrojar luz sobre algunos de los más complicados desórdenes mentales.

En 1973, el examen en esta colección de 15 antiguos, campeones de boxeo mundiales y nacionales, británicos, mostró por primera vez una conexión definitiva entre este deporte y las lesiones cerebrales. "Pudimos demostrar que había un patrón específico de daño en el cerebro asociado al boxeo y a las heridas repetidas en la cabeza", dice Bruton. El informe de Corsellis y Bruton fue la sólida base para muchos cambios significativos en ese deporte, incluida la reducción de 15 a 12 asaltos en algunos campeonatos y el uso obligatorio de casco en los combates de aficionados.

Bruton y sus colegas están ahora trabajando en varias patologías, desde esquizofrenia hasta demencia senil. También pueden proporcionar muestras de tejido cerebral sobre éstas y otros muchos desórdenes neurológicos para investigaciones académicas, médicas e industriales. Pero, hasta ahora, el material de la colección ha estado disponible sólo para un pequeño círculo de investigadores relacionados con los neuropatólogos del hospital.

El hospital de Runwell se dedica al estudio de las enfermedades mentales desde 1950. La colección de cerebros, muchos de ellos donados por pacientes del centro o por sus parientes, creció poco a poco y el refugio del sótano del hospital ha demostrado ser idóneo para su almacenamiento y conservación.

Las áreas en expansión ahora en neurociencias son los desórdenes neurológicos hereditarios y sus causas genéticas. "Hay mucho trabajo que hacer... está el problema de la depresión y algunos extraños casos familiares muy interesantes", dice Bruton. Él está actualmente estudiando la agresión en la criminalidad por encargo del hospital de una prisión británica y dice que se están encontrando algunos indicios en el cerebro posiblemente asociados a algunas formas de comportamiento criminal. El tema es objeto de fuerte polémica entre los neurocientíficos.

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