Esperanza palestina
EL ENCUENTRO que han celebrado el jueves pasado el presidente de la Autoridad Palestina, Arafat, y el ministro de Exteriores israelí, Peres, señala el reinicio del proceso de paz paralizado desde hace tres meses. A pesar de que no ha habido ningún acuerdo escrito, el clima ha cambiado y ello ha permitido abordar las dos cuestiones esenciales: retirada de las tropas israelíes y elecciones en toda Cisjordania para crear una Autoridad Palestina realmente representativa. El acuerdo sobre estas cuestiones incluye una fecha, el 1 de julio, como límite para su plasmación. Y aunque no faltarán dificultades para respetarlo, el hecho de que exista un horizonte temporal es sin duda un estímulo y a la vez una forma de control para garantizar la continuidad del proceso. Entramos en una etapa decisiva para que las elecciones puedan ser una realidad. Si Arafat tiene que hacer un esfuerzo para frenar a los extremistas de su campo que son enemigos de la paz, los israelíes tienen que convencer a los suyos de que es inevitable abandonar los territorios ocupados, neutralizando a los sectores intransigentes que, sobre todo en los asentamientos de Cisjordania, se niegan a una retirada militar. El Gobierno israelí ha aplicado una política errónea al permitir un número excesivo de colonos, y ahora necesitará medidas enérgicas para que no surjan acciones de fuerza, orientadas a impedir la retirada decidida por el Gobierno israelí.
Por otra parte, en el plazo que nos separa del 1 de julio es fundamental que Israel aplique, como lo ha anunciado Peres, medidas de distensión que mejoren las relaciones, como ampliar los permisos para que los palestinos puedan volver a trabajar en Israel y a la vez facilitar la liberación de presos. Una reciente reunión en Jordania ha permitido a israelíes, jordanos, egipcios y palestinos abordar el problema del retorno de los refugiados que huyeron de sus casas después de la guerra de 1967: si Israel adoptase en este tema una actitud flexible y generosa ayudaría no poco a seguir avanzando en el proceso de paz.
El viaje en estos días del secretario de Estado Christopher a Oriente Próximo -aunque dedicará sin duda más tiempo al problema de Siria y del Golán, cuya solución se presenta más lejana- representa una buena ocasión para nuevos esfuerzos tendentes a acercar las posiciones entre Israel y los palestinos. Que esta visita de Christopher haya sido precedida' por el encuentro entre Peres y Arafat es sin duda un hecho positivo que coloca al secretario de Estado en un terreno ya abonado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.