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El asesinato del periodista Lístiev desvela la guerra a muerte por el control de la televisión en Rusia

Pilar Bonet

La encarnizada lucha de los intereses políticos y económicos que se debaten por el control del primer canal de la televisión rusa (Televisión Pública Rusa, TPR) ha emergido con toda su crudeza con el asesinato del periodista Vládislav Lístiev, cuyo entierro en un popular cementerio de Moscú se convirtió ayer en un acto multitudinario comparable a las exequias del premio Nobel de la Paz Andréi Sájarov en 1989. El viernes, la fiscalía de la capital rusa interrogó a varios altos directivos de la TPR, entre ellos a Borís Derezovski, el número dos del consejo de administración de esta compañía.

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Berezovski es un poderoso hombre de negocios que dirige Logovaz, la primera empresa de venta de automóviles de Rusia y él mismo fue víctima de un atentado en el que murió decapitado su chófer y otras ocho personas resultaron heridas.En los descansos del interrogatorio, que se prolongó hasta la madrugada de ayer, esta corresponsal conversó con Berezovski en la mansión que sirve de domicilio social a Logovaz. Lejos de considerar la visita de los fiscales como parte normal de la investigación del asesinato de Lístiev, Berzovkski creía ser él mismo "víctima de una provocación" en la que, según dijo, participaban "la alcaldía de Moscú" y "los medios de comunicación del grupo Most, detrás del cual está la alcaldía".

El grupo Most es propietario de la Televisión Independiente (TVI), la cadena más prestigiosa de Rusia, que opera con una licencia concedida por decreto del presidente Borís Yeltsin. La reestructuración que Lístiev debía llevar a cabo en la TPR (producto de la privatización del primer canal de la televisión soviética) podría haber supuesto una competencia para la TVI.

Auque Berezóvski se mostraba receloso de sus competidores por la audiencia televisiva, lo cierto es que éstos han tenido roces con el entorno presidencial, cuyo nerviosismo se acentúa a medida que se acercan las elecciones legislativas y parlamentarias en Rusia. En diciembre, un enfrentamiento entre la escolta del grupo financiero Most y el servicio de seguridad del presidente Yeltsin costó el cargo al jefe del Servicio de Contrainteligencia de Moscú, cercano al alcalde Yuri Luzhkov. Aquel incidente se valoré como un síntoma de la pugna de los allegados presidenciales con el alcalde de la capital, quien, pese a sus declaraciones de no aspirar a la presidencia de Rusia, es considerado como un posible contrincante electoral de Yeltsin.

Tras el asesinato de Lístiev, la pugna entre el entorno de Yeltsin y el alcalde ha vuelto a salir a la superficie. Yeltsin declaró su intención de destituir al fiscal y el. jefe de la policía municipal de Moscú, funcionarios ambos que se consideraban allegados a Luzhkov. Sin embargo, la destitución podría no llevarse a cabo, porque Luzhkóv defendió ayer a sus subalternos y manifestó que el presidente había anunciado su cese "bajo el efecto, de la emoción".

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Las versiones sobre la muerte de Lístiev dejan de lado la actividad periodística de la víctima para centrarse en su nuevo, cargo como director ejecutivo de la TPR y apuntan en dos direcciones: dinero y política. El dinero está vinculado con la publicidad, monopolizada hasta hace poco por una sociedad anónima (Reklama Holding), cuyo futuro era incierto después de que la TPR decidiera replantearse el sistema de adjudicación publicitaria.

La muerte de Lístiev ha despertado la curiosidad ante la poca transparencia con la que se ha efectuado la transformación del primer canal de la televisión heredado de la URSS en la sociedad anónima TPR.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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