Ruiz Massieu abandona México tras declarar sobre el encubrimiento del supuesto asesino de su hermano
A medida en que la fiscalía de México deshace el ovillo del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del Partido Revolucionario Institucional (PRI) tiroteado el pasado septiembre, el caso comienza a convertirse en un insuperable guión de telenovela. En el último capítulo, Mario Ruiz Massieu, ex subprocurador de México, hermano del fallecido y encargado de la investigación del crimen por decisión del entonces presidente Carlos Salinas, salió el jueves hacia Estados Unidos después de prestar declaración por el encubrimiento del supuesto cerebro del asesinato: Raúl Salinas, hermano del ex mandatario. Simultáneamente Carlos, en un gesto inédito, iniciaba e interrumpía horas después una huelga de hambre para salvar su honor. "En México se ha terminado la impunidad" auguraba, en medio del desconcierto, el presidente Ernesto Zedillo.
Las secuencias se suceden con rapidez. En medio de una maraña de periodistas, y casi sin voz, Mario Ruiz Massieu había abandonado a media tarde del jueves las dependencias de la Procuraduría donde el superfiscal especial, Pablo Chapa, lo había sometido a un interrogatorio de seis horas. "No existen cargos en mi contra", dijo con rostro cánsado. "Estoy muy tranquilo".Su abogado no parecía tan convencido. "La Procuraduría", comentó, "no tiene por qué retirar los cargos. Pero estimo que no hay elementos de tipo penal para que mi cliente sea consignado". En ese momento la fiscalía guardó silencio.
En realidad, según fuentes próximas al caso, Mario Ruiz Massieu estuvo a punto de dormir esa noche en la cárcel: los testimonios de siete agentes del ministerio público y de su antiguo ayudante apuntaron sin reservas a que durante las averiguaciones previas las declaraciones de los testigos habían sido alteradas por orden del ex subprocurador con una finalidad: impedir que el nombre de Raúl Salinas, su antiguo concufiado y presunto autor intelectual del crimen, saliera a la luz.
A media noche, la Procuraduría ponía en marcha el fax para anunciar que "existen alteraciones en las indagatorias que pretendían eliminar el nombre de Raúl Salinas de Gortari de las investigaciones a fin de que no apareciera involucrado en los hechos".¿Trabajo o vacaciones?
Para entonces, el ex subprocurador, acompañado de su mujer, se encontraba ya en Houston (Estados Unidos), donde llegaron avión privado. "Se fueron de vacaciones y volverán en unos días", explicaban ayer sus colaboradores. "Me fui para formalizar unos compromisos adquiridos con instituciones académicas en este país", declaró el propio Ruiz Massieu en un comunicado emitido ayer.
Por vacaciones o trabajo, y al margen de que regrese o no, lo desconcertante es que la Procuraduría permitiera la salida del país de un testigo clave que, además, declaró en condición de sospechoso. Fuentes cercanas a la institución afirman que la decisión vino "de arriba" y estaría destinada a no complicar más el ya revuelto panorama.
Y es que si se sigue tirando del ovillo surgen preguntas inquietantes. ¿Por qué Ruiz-Massieu encubrió a Raúl Salinas?. Y, sobre todo, ¿qué papel desempeñó el ex presidente Carlos Salinas?.
Pero los investigadores administran la información con cuentagotas. En su comunicado de madrugada, la Procuraduría no ha explicado por qué Mario quiso proteger al presunto asesino intelectual de su hermano. Sí deja claro, no obstante, que no existe "imputación alguna en contra del licenciado Carlos Salinas de Gortari". Las sacudidas han sido muchas. Y buena parte del actual Gabinete formó parte del equipo del ex mandatario.
El documento insiste en lo que se ha convertido en la hipótesis principal del móvil del asesinato: "Entre Raúl Salinas y José Francisco Ruiz Massieu existía enemistad personal".
En efecto, rencillas familiares (José Francisco estuvo casado con Adriana, hermana de los Salinas, de la que se divorció traumáticamente hace años) y enfrentamientos en negocios fallidos fueron creando un sustrato de resentimiento de Raúl hacia su ex cuñado, a quien sin embargo Carlos siempre estimó.
Años de relaciones turbulentas entre las dos poderosas familias constituían un suculento dossier que podría haberse destapado si el nombre de Raúl salía a la luz y que, eventualmente, podría haber afectado las carretas políticas de Mario y Carlos.
Mientras tanto, aparentemente tranquilo, Ernesto Zedillo realizaba el jueves una gira triunfal en el Estado de Tlaxcala. "En México se acabó la impunidad", dijo. "Se quedó en el pasado y no permitiremos que pueda ser parte de nuestro futuro".
Huelga de hambre a golpe de teléfono
Una llamada telefónica interrumpió ayer la huelga de hambre emprendida la víspera por el ex presidente de México Carlos Salinas de Gortari "para salvar el honor" mancillado por los avatares político-financieros de los últimos dos meses.Tan drástica medida había sido anunciada unas horas antes por el otrora todopoderoso mandatario en un informativo de televisión, su medio favorito en los últimos días.
Para llevar a cabo su ayuno, Salinas había pedido alojamiento a una familia pobre de Monterrey, en el norteño Estado de Nuevo León. Patéticamente sentado en el cuarto de los niños de la humilde vivienda, el ex mandatario explicó que su interlocutor, de quien no dio el nombre, le convenció de que pospusiera su huelga "para dar tiempo al diálogo con las instituciones".
La decisión de Salinas ha roto definitivamente la imagen equilibrada y calculadora que lo acompañó a lo largo de su mandato. Los viñetistas lo caricaturizaron ayer como un faquir de enormes orejas. La oposición puso en duda incluso su equilibrio mental.
Poco le importa ya, cuando la opinión pública le apunta no sólo como el culpable de la brutal crisis económica que atraviesa México, sino como implicado en el asesinato, en marzo de 1994, de Luis Donaldo Colosio, su casi seguro sucesor en el cargo. Junto a ello, la detención de su hermano Raúl como presunto autor intelectual de la muerte de José Francisco Ruiz Massieu ha acabado por derrumbarle.
Pese a todo, Salinas ha ganado una batalla. Ayer mismo la Procuraduría de la República le exculpaba oficialmente de cualquier acusación de encubrimiento en el caso Colosio, una de sus exigencias. El ex presidente, dice el comunicado oficial, en ningún momento entorpeció las investigaciones.
Ahora espera el cumplimiento de su otra reivindicación: que el Gobierno asuma "el error cometido en la devaluación de diciembre, como ya lo han reconocido ante extranjeros", en lugar de descargar sobre él el peso de la hecatombe financiera.
Según algunos diarios mexicanos, el Gobierno sugirió al ex presidente que abandonara temporalmente el país. No había nada contra él; simplemente era mejor que se mantuviera al margen. Pero Salinas no se va. Lo ha perdido todo: su sueño de pasar a la historia como el mejor presidente mexicano, su prometedora carrera como funcionario internacional y su vasta parcela de poder dentro del partido oficial. Ahora quiere limpiar su nombre. "Con calumnias", dice, "no se me hará vivir de rodillas".
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