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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La ceguera de Argel

A PESAR del horror provocado por la matanza de la carcel de Serkayi, cerca de Argel, en la que han muerto más de cien islamistas, y de que cada día sigue la serie de atentados sangrientos y de actos represivos brutales, empiezan a manifestarse en Argel algunos hechos políticos que indican el impacto causado por la reunión de Roma en enero pasado. El presidente Zerual y su Gobierno tuvieron una primera reacción totalmente negativa, esgrimiendo el argumento, absurdo de que, por haberse celebrado en el extranjero, dicha reunión quedaba invalidada.Pero la respuesta de las fuerzas políticas firmantes del "contrato nacional" aprobado en Roma no se ha demorado: el 28 de febrero sus representantes se han reunido en Argel de manera pública para ratificar su apoyo al documento de Roma y condenar los incidentes ocurridos en la cárcel de Serkayi. El intento del presidente Zerual de poner en duda la representatividad de los grupos reunidos en Roma roza ya el ridículo. Prueba de ello es la reunión de 28 personalidades que organizó para hacer gala de que aún cuenta con respaldo social. Varias de las personalidades por él escogidas se apresuraron a afirmar que el diálogo político es indispensable; que en el mismo debe participar el FIS (el partido islamista que demostró en 1992 su amplísimo apoyo popular); que la negociación debe abrise antes de las elecciones -en las que Zerual centra su estrategia-; y, finalmente, que el "contrato nacional" de Roma es una buena base para salir de la crisis con un consenso amplio.

En la reunión de Roma participaron el Frente de Liberación Nacional, el Frente de Fuerzas Socialistas y el Frente Islámico de Salvación además de otros grupos. El documento que aprobaron ofrece un compromiso histórico para poner fin a la violencia y preparar unas elecciones pluralistas. Que ese texto haya sido refrendado por la dirección del FIS, incluso por. una figura destacada de su línea dura como Ben Hadj, supone una novedad política prometedora, que podría tener repercusiones incluso fuera de Argelia.

Por eso, Europa y Estados Unidos no pueden resignarse a que la ceguera de Zerual tire por la borda las posibilidades que se han abierto de poner fin a la sangrienta escalada hacia la guerra civil. Deben presionar con energía sobre el presidente argelino y su Gobierno para que entren en la vía de la negociación,. Las declaraciones de apoyo al "contrato nacional" aprobado en Roma han sido claras en Washington, Londres, la propia Roma y otras capitales.

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En Francia, y pese a los intentos del ministro del Interior, Pasqua, por mantener el apoyo incondicional al régimen y sus militares, la política oficial dependiente de Exteriores y de la Presidencia parece por fin reconocer que el régimen argelino no puede ganar esta guerra y parece inclinarse por la solución negociada. Es posible que las rivalidades de la campaña presidencial compliquen las cosas en París. Sin embargo, el drama argelino no espera. Todos los países europeos, incluida España, deben adoptar un lenguaje absolutamente inequívoco para convencer al Gobíerno de Argel de que tiene que abrir una vía de diálogo. A tal efecto parece útil la idea de una conferencia europea, auspiciada por la UE, que exprese el respaldo internacional al acuerdo esbozado en Roma.

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