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Bofill levanta un colosal templo clásico para el Teatro Nacional de Cataluña,

La inauguración del edificio está prevista para el verano de 1996

Jacinto Antón

El Teatro Nacional de Cataluña (TNC), que construye en Barcelona el Taller de Arquitectura de Ricardo Bofill, estará listo en agosto-septiembre de 1996 y habrá costado 6.000 millones de pesetas. En la actualidad, con la obra principal acabada, el TNC ya ha cambiado radicalmente el paisaje urbano de la zona suburbial en la que se alza. El edificio, de nueva planta y 96 x 56 metros, es un impresionante templo clásico -su anchura es superior a la del legendario templo de Diana en Éfeso, una de las Siete Maravillas del Mundo antiguo- realizado con hormigón prefabricado y una arquitectura high tech de vidrio y acero. En su interior, como un volumen independiente, se encuentra el teatro principal, de 900 plazas y aspecto de teatro griego.

El Teatro Nacional de Cataluña dispone de un edificio anexo no menos colosal para la fabricación de escenografías, una caja escénica de 40 metros de altura que estará dotada de la más avanzada tecnología, dos salas (la principal, para teatro clásico, semicircular y con gradas; y la de teatro experimental, con capacidad para 400 espectadores), espaciosos camerinos, una sala de ensayos que es una réplica exacta del escenario principal y otras numerosas dependencias. El gran vestíbulo del TNC, flanqueado por gigantescas columnas toscanas, tiene como muros grandes mamparas de cristal de 12 metros de altura. Cuatro pequeños quioscos sirven de taquilla, guardarropía y acceso vertical a los niveles inferiores del edificio. El teatro principal es como un pequeño coliseo o plaza de toros en medio del gran templo acristalado.Bofill construye el TNC para la Generalitat de Cataluña y está previsto que el primer director del monumental teatro sea el actor Josep Maria Flotats.

La obra gruesa está ya acabada (la estructura, la fachada, las divisiones internas). Ahora se trabaja en la sala de teatro clásico y falta por acometer el equipamiento. "No estamos construyendo sólo un teatro, sino un centro de encuentro, un lugar de formación, unos talleres... y todo ello en un lugar que posibilita un reequilibrio de la ciudad hacia esta área", señala Bofill.

Sobre el punto de vista urbanístico, Bofill opina: "El TNC está en un barrio degradado. Un paisaje muy suburbial y poco configurado, paradójico. Teniendo en cuenta ese paisaje, consideramos que no podíamos hacer una arquitectura respetuosa con el entorno, un edificio más, sino una arquitectura emblemática, con un peso importante. Por otro lado, el TNC es un edificio público y debe mandar sobre el entorno". Bofill considera que en un Estado como, por ejemplo, el francés, "construido, jacobino, fuerte", los edificios públicos "no precisan de una afirmación de identidad constante". Pero "aquí, en Cataluña, es otra cosa, el edificio público no puede diluirse en el paisaje. Es preciso explicar que la autonomía existe, que la Generalitat existe. Por eso elegirnos esta arquitectura, este lenguaje para el TNC". Y ese lenguaje "corresponde a una época concreta del Taller, al clasicismo moderno, una arquitectura escrita con una geometría muy potente y construida con una tecnología avanzada". Bofill insiste en que usa la palabra clásico en su sentido antiguo, referido a las proporciones y armonías.

"En Barcelona hay poco de esto. Esta ciudad se desarrolla en el medievo, se para y vuelve a retomarse en el siglo pasado. Tiene, por tanto, un vacío cultural importante; es una ciudad con poco renacimiento y barroco. El TNC tiene que llenar ese hueco histórico, eso que cuando uno viaja nota que le falta a Barcelona". En todo caso, "seguramente el TNC será el último edificio de este tipo, de esta configuración, que hará el Taller. La próxima etapa va a ser de una gran libertad de expresión, mucho más personal, mucho más directamente de vanguardia".

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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