El Colegio de Médicos expedienta a la clínica que no ayudó al hombre agonizante
El Colegio de Médicos de Madrid abrió ayer expediente al sanatorio Nuestra Señora del Rosario (Príncipe de Vergara, 53) por haber negado asistencia sanitaria a Jesús Sagarberría, de 67 años, que agonizó en la calle durante casi 15 minutos, víctima de un infarto, a 60 metros de la clínica. Ningún médico o enfermero del centro salió a auxiliarlo (véase EL PAÍS de ayer), pese al aviso acuciante de dos transeúntes. El enfermo falleció poco después en el hospital de la Princesa". adonde fue conducido por una UVI móvil del Insalud tras las gestiones de los ciudadanos que socorrieron al enfermo. Si las investigaciones establecen que la persona que denegó la ayuda era un facultativo, el colegio de médicos puede decretar su inhabilitación total o temporal.La Consejería de Salud, por su parte, no ha emprendido acción alguna porque espera a que algún particular presente una denuncia mediante las hojas de reclamación que se encuentran a disposición de los ciudadanos en la clínica. Una vez que se tramitase esa eventual denuncia, la consejería investigaría los hechos, según explicó ayer a EL PAÍS José Manuel Infante, gerente del Servicio Regional de Salud.
Los familiares más próximos de Jesús Sagarberría, que viven en Pasaia (antes Pasajes, Guipúzcoa), no fueron avisados de la muerte de su hermano ni por el hospital ni por el Instituto Anatómico Forense, adonde había sido trasladado el fallecido. Conocieron el suceso gracias a un amigo que había leído la noticia en EL PAÍS. Cuando les telefoneó una periodista de este diario, aún no daban crédito: "Lo que han hecho no es humano, no es cristiano. ¿No podían haber salido a ayudarle, mandar al menos a dos camilleros para que le trasladaran a la clínica?", se preguntaba Esteban, de 35 años, sobrino de Jesús Sagarberría.
El fallecido sufrió un infarto a las 11.15 en plena calle del Príncipe de Vergara, esquina a Maldonado (barrio de Salamanca). El personal del sanatorio, alertado por los transeúntes (una mujer madura y bien vestida y un hombre de avanzada edad), no salió a ayudarlo. "El médico de urgencia no puede abandonar el sanatorio; los casos urgentes han de venir al centro", adujeron en la clínica.
Se perdieron minutos preciosos para la vida de Sagarberría. Los transeúntes, indignados por la falta de reflejos de los trabajadores de Nuestra Señora del Rosario, sólo acertaron a parar una ambulancia privada, cuyo. conductor dio el aviso al Insalud. Los efectivos de este servicio de urgencias llegaron juntó al enferme, poco antes de las 11. 30. Sagarberría llevaba casi 15 minutos sufriendo un infarto en la calle. Un testigo declaró ayer a este periódico que una patrulla de la Policía Municipal se personó en el lugar de los hechos un momento antes de que acudiese el Insalud. Los agentes le aplicaron al enfermo un aerosol antiinfarto.
La clínica aduce que los transeúntes contaron el hecho de forma "incoherente y atropellada". Roberto Coronado, portavoz del Colegio de Médicos de Madrid, manifestó que se ha abierto un expediente informativo para esclarecer por qué nadie de la clínica intentó auxiliar al fallecido.
Por su parte, Gonzalo Herranz, presidente de la Comisión Deontológica de la Organización Médica Colegial, organismo que vela por el Cumplimiento de las normas éticas dentro la profesión médica, señaló a Europa Press que, en una situación de emergencia, prevalece el principio de atención. al enfermo por encima del cumplimiento de cualquier norma legal, incluida la prohibición de abandonar el centro médico cuando se está de guardia. Este extremo fue alegado por los facultativos del hospital para no auxiliar al enfermo.22 médicos
Un comunicado oficial difundido ayer por el sanatorio Nuestra Señora del Rosario insiste en ese argumento. "Cuando se recibió la llamada, de petición de ayuda por parte de unos transeúntes, que se expresaron en forma incoherente y atropellada, de la que no podía adivinarse la afección del supuesto enfermo, el médico de urgencia de la clínica se encontraba prestando atención a una parada cardiaca sufrida por un paciente, hecho cuya demostración está a disposición de la autoridad. El resto de los especialistas estaba en sus quirófanos".
No obstante, a las 11. 15 se hallaban en el centro 22 médicos, incluido el internista de urgencias, según señalaron fuentes del propio centro. Concretamente, tres médicos de guardia: un internista, un traumatólogo y un intensivista; cuatro anestesistas, dos equipos de cirugía, un equipo de ginecología, dos traumatólogos y 10 médicos más en sus consultas. Las citadas fuentes indicaron que todos ellos se encontraban ocupados.
La nota del centro sanitario explica también que, se indicó a los dos transeúntes que dieron el aviso que era necesario trasladar al enfermo allí, porque el médico de urgencia, "ni puede salir del sanatorio, por reglamentación sanitaria, ni tenía posibilidades, dada la atención preferente y urgente que estaba prestando, aparte de otras eventualidades que podían surgir".
"En todo caso", añade, "la atención a prestar a un enfermo que presentara los síntomas difusos que describían los informantes, en los que no concurría formación sanitaria alguna, no podía prestarse en la calle, y requiere necesariamente su ingreso hospitalario".
Más adelante, el comunicado del sanatorio privado Nuestra Señora del Rosario indica en su nota: "Estas declaraciones son suficientes y no se facilitará más información sobre esta cuestión, ano ser la requerida por la autoridad competente".
El Ministerio de Sanidad desbarató ayer, según fuentes oficiales citadas por Efe, los argumentos del sanatorio: "No hay ningún artículo en la Ley General de Sanidad que impida a un médico de urgencias atender a un paciente".
Los familiares de Sagarberría estaban ayer desolados. Pero de momento no estudian ninguna acción legal contra el sanatorio Nuesta Señora del Rosario -propiedad de la orden de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana- por negar la asistencia urgente al fallecido.Ex boxeador
Jesús Sagarberría, de 67 años, encontró la muerte cerca de su domicilio, una pensión ¿le la calle de Goya. No era hombre de muchos amigos, pero en el hotel Alcalá, donde trabajó como mozo de equipajes hasta su jubilación hace cuatro años, le recuerdan con cariño.
El fallecido abandonó joven su Guipúzcoa natal rumbo a Madrid. En esta ciudad intentó abrirse camino en el mundo del boxeo como peso medio, con relativo, éxito, según relata su sobrino Esteban. Esa actividad le dejó algunas secuelas físicas, sobre todo en las piernas y la espalda. Ya retirado del boxeo, aceptó el empleo como mozo de equipajes en el hotel Alcalá, donde trabajó durante 20 años.
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