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El divorcio entre industria y diseño marca los primeros pasos de la Pasarela Cibeles

Jesús del Pozo presenta una colección de trajes para las grandes noches

Amelia Castilla

El matrimonio industria-diseño sigue sin funcionar. El debate que ayer abrió la Pasarela Cibeles fue una muestra del inminente divorcio. Jesús del Pozo, el diseñador madrileño, que ayer reapareció tras dos años de ausencia con 30 trajes de noche, es un buen ejemplo de la situación actual: no tiene empresario ni distribuidor de su producto. Yo mismo, en lo que se refiere al respaldo industrial, con Francis Montesinos y la mayor parte de los diseñadores que durante tres días presentarán sus colecciones otoño-invierno 95-96 en este escaparate de la moda, en su 14ª edición.

Jesús del Pozo apuraba ayer un cigarrillo minutos antes de empezar el desfile. El diseñador madrileño, de 48 años, reaparecía en la Pasarela Cibeles tras dos años de ausencia. La música de Pink Floyd anunció el inicio del pase. Feros 30 modelos diseñados para las grandes noches. Pantalones a base de girones, faldas amplias y vaporosas, y cuerpos ajustados realizados en seda, lamés y gasas, que marcaron el perfil de una colección con el sello indiscutible del diseñador. Cada modelo iba acompañado de un tocado que en unas ocasiones simulaba los colores marinos y en otras se acompañaba de plumas. Fueron las modelos Elena Barquilla y Judit Mascó las encargadas de sacar al diseñador por la pasarela al concluir el desfile.La Pasarela estuvo precedida por un debate que se celebró por la mañana bajo el nombre de Diseño y Moda. Concepción Mayoral, subdirectora general de la Industria Manufacturera del Ministerio de Industria, se limitó a dar cifras sobre el estado del sector: "El cuarto aportador de riqueza al PNB (Producto Nacional Bruto) y la tercera fuente de empleo en España con 280.000 puestos de trabajo, representados por empresas de escaso tamaño". La subdirectora informó que un 70% de las empresas del sector textil no tienen más de 20 empleados y sólo un 1% llega a los 500".

Mayoral aseguró que el índice de tecnificación es bajo con respecto a Europa y que es un sector volcado en su mercado interior. Sólo el 12% de la producción sale fuera de nuestras fronteras. La subdirectora constató que el sector de la confección es el de mayor endeudamiento y que, cada vez más, se recurre a la subcontratación. "Una unidad que centraliza diseño e imagen de marca y que saca fuera de sus paredes lo que es la producción", dijo.

Tras la opinión oficial llegó el presidente de la Federación de Empresas de la Confección, Pablo García Pérez, quien recalcó que la relación de la industria con el diseño "continúa siendo problemática". Se mostró a favor de la colaboración de: ambas partes y reconoció que existe un desconocimiento por parte del diseñador de los por entresijos industriales, aunque dijo, "los industriales deberían, valorar más al profesional del diseño". El presidente de la Federación de Empresas de la Confección recalcó que, hoy por hoy, es más rentable seguir las pautas marcadas por otras empresas que desarrollar un estilo propio.

El coloquio, que moderó, pitillo tras pitillo, la directora del Comité de Moda, Leonor Pérez Pita (Cuca Solana), se centró en la falta de entendimiento entre el mundo de la industria y el diseño. Fue el director general del IMADE (Instituto Madrileño del Desarrollo), Pedro M. Beraza Oroquieta, quien se mostró a favor de la fusión diseño e industria "sin pensar tanto en el papá Estado -la Comunidad de Madrid aporta 180 millones de los 210 que cuesta la realización de estas jornadas-".

Pero, fue una de las personas que se encontraban entre el público la que hizo la pregunta del millón: "¿Por qué Claude Montana o Jean Paul Gaultier se; entienden con un industrial y llevan años trabajando juntos y ganando dinero y aquí es imposible?". La respuesta quedó en el aire.

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