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45º FESTIVAL DE BERLÍN

Corea trae el primer filme ambicioso

La Berlinale ofrece una retrospectiva y un homenaje al actor francés Alain Delon

Ningún acontecimiento en el primer día de la semana final de la Berlinale,con la salvedad -ciertamente cogida por los pelos- de una retrospectiva dedicada a la estrella por excelencia del cine francés, el intratable Alain Delon, que ha prometido descender a la tierra y acercarse a clausurarla. En la competición destacó una ambiciosa película coreana titulada Los montes de Taebaek, que se queda muy corta para sus enormes pretensiones. Las otras dos en concurso (la alemana Hades y la israelí Sh'Churr, dirigidas por Herbert Achtembusch y Shmuel Hasfari) más que una competición de filmes podían haberse apuntado a un campeonato de jeroglíficos.

Algunas de las películas de la retrospectiva de Alain Delon traerán buenos recuerdos a sus adictos, como es el caso de Flic story, El círculo rojo, El clan de los sicilianos, El eclipse, El samurai,Tres hombres a abatir y La piscina, pero sorprendente mente no están anunciadas sus dos célebres colaboraciones con Luchino Visconti en El gatopardo y Rocco y sus hermanos, ni tampoco la magnífica A pleno sol, que sería la más oportuna; de todas, si se tiene en cuenta que podría convertirse en otro homenaje de carambola a Patricia Highsmith, la gran novelista muerta y autora de esta primera incursión del personaje Ripley en la pantalla. Pero ya se sabe que, Dios pro pone y Delon dispone y que este gran padrino no es de los que comparte glorias.Vuelo bajo

El concurso sigue sin despegar. Sus calidades son subterráneas y todo lo más asoman la nariz a ras de suelo, por lo que el bostezo comparte habitación con el abucheo y el silencio en las estancias de lujo de la Berlinale. Y esto pese a que las tres películas de ayer tenían riesgos sobre el papel y esto anima el patio. Pero luego, vistas sobre la, pantalla, tales riesgos dejaron paso a adocenadas rutinas, y lo que se prometía una fiesta (bien de pateos o bien de aplausos, que para el caso es lo mismo) se quedó en una pompa de jabón rellena de aire somnífero. Y al. aburrimiento acumulado se añadió otra sobredosis de tedio.

Hades el un intento de película experimental del alemán Herbert Achternbusch. Y hay que subrayar lo de intento, porque de ahí no pasa. Baste decir que la única audacia de sus: imágenes procede no de los autores del indescifrable jeroglífico, sino de las cámaras de las SS hitlerianas, pues en medio del absurdo e indescifrable bodrio se incrusta una de las terribles secuencias del documento ordenado filmar por Joseph Goebbels en 1944 dentro de! infierno del gueto de Varsovia.

Y ahí sí hay imágenes de horror absoluto, mientras en todo lo restante sólo queda impotencia y ridiculez. Película situada bajo mínimos profesionales, pese a que su director tiene a las espaldas 25 largometrajes y 30 años de oficio, lo que hace de él un notable y recalcitrante incapaz, sin equivalente en el mundo.

El filme israelí S'Churr puede quedar definido por lo que insinúa la sonoridad de su título en este idioma, que otorga a la palabra churro una rica gama de significados, alguno de los cuales le vienen al pelo a este filme lúgubre, siniestro incluso, pero embarullado, insignificante y, más que negro, oscuro. Atención: posible premio.

Lo único interesante del día, con todas las reservas habidas y por haber en este caso, fueron las casi tres horas planas, sin el menor sentido del ritmo y hechas de espaldas al instinto del crecimiento dramático, donde el veterano cineasta coreano Kwon Taek nos ofrece una detallada crónica de los años de revolución y contrarrevolución en su país, desde el triunfo de Mao Zedong en China en 1948 a la intervención, en 1952, de Estados Unidos con objeto de yugular aquel turbulento proceso político, que terminó. en una atroz guerra cuyas consecuencias aún perduran en la vida de esa lejana península asiática.

Todo es horizontal en la representación de aquella línea quebrada. Todo es llanura en este intento de reproducir un abrupto territorio histórico. Nada conmueve al autor de este filme Los montes de Taebaek, en cuyas colinas los muertos se apilan a millares sin que despierten en el espectador una sola emoción y menos aún una conmoción. Más o menos lo mismo que le ocurre hasta ahora a esta insufrible Berlinale.

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