_
_
_
_
_
Reportaje:

Los jueves... paella

Guía para sobrevivir y disfrutar en los comedores universitarios

Los horarios, y las distancias, obligan a los estudiantes a permanecer en los campus muchas, horas. La cafetería o el comedor se convierte en un lugar tan frecuentado por los alumnos como las aulas mismas. Y esto puede resultar una tortura. O no. Depende del restaurante universitario elegido. Ahí van unos cuantos.

Los más deportivos

Bar del Paraninfo, en la Ciudad Universitaria. Nada mejor que comer viendo algún partido. Es uno de los rincones preferidos por los universitarios veteranos, Lleno de deportistas y aficionados en general. También acude mucho espectador.

Polideportivo de la Autónoma. En los últimos meses se ha puesto de moda, y todos los días hay que guardar cola para coger mesa. Los platos combinados llevan el nombre de otras universidades: Alcalá, Salamanca, Complutense, Autónoma, entre otros. Los alumnos destacan la fabada que hacen. Las chicas copan el mirador del restaurante; que da directamente a una piscina repleta de cachas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Para 'gourrnets'

Escuela Superior de Agrónomos, de la Universidad Politécnica, en el campus de Moncloa. Comentan los estudiantes que es donde mejor se come. Un dato avala esta opinión: los trabajadores de la universidad optan por el menú de esta escuela. Siempre hay cola. Los jueves siempre cae paella. También en la Ciudad Universitaria, la buena fama avala a la Escuela Superior de Telecomunicaciones.

Otro de los comedores universitarios especiales para universitarios con paladar es el restaurante del rectorado, en Cantoblanco. El más selecto de toda la Autónoma. Los universitarios aprovechan para hacer manitas. Es conocido como el bar de los poetas. También los platos que sirven, según el criterio de los universitarios, son los mejores.

Con clase

Derecho de la Complutense. Amplio; con camareros; con manteles: con estilo, vamos. Insólito en el campus. El menú es algo mejor que el del resto de las facultades. Hay estudiantes de todo tipo, claro, pero sólo en Derecho se encuentra ese alumno vestido como de colegio de pago. Atención. El juez Baltasar Garzón Come de vez en cuando allí. En la planta segunda de la facultad existe una cafetería chic muy frecuentada.

En la Autónoma, el bar de la Facultad de Derecho es conocido por Beach Pit, el resturante de la serie de televisión Sensación de vivir. Es el más pijo del campus, según aseguran los alumnos de otras facultades. Grande y espacioso. El menú del autoservicio, a 525 pesetas, es infame. La paella, pastosa -servida en jueves, según la inveterada costumbre universitaria-, y el pescado rebozado, incomible. Los dulces se salvan. Ambiente muy de ligoteo. "Ya sabes, la chica de primero que es guapa siempre se siente atraída por un futuro abogado con mucho porvenir, como es mi caso", dice sin ningún rubor Óscar, de 22 años.

Con encanto

Filología Hispánica, de la Complutense. Ideal para los que quieran practicar idiomas. Siempre hay gente extranjera que aprende español. Atmósfera, por lo tanto, cosmopolita. Y atractiva. Las escasas mesas y la afluencia de público favorece la comunicación, ya que uno se sienta donde encuentra una silla libre. Unos grandes ventanales, los camareros que sirven las mesas y los manteles blancos de papel confieren al restaurante cierta clase. Los americanos que estudian español no entienden cómo no instalan un autoservicio. Mucho libro en las barras.

Biológicas de la Autónoma: ambiente desenfadado. Lleno de ecologistas. Sobre las mesas se cuecen manifestaciones, marchas y actos de protesta. "Aquí es donde conspiramos contra el sistema", dice un alumno de cuarto curso. Además del típico menú de autoservicio, los estudiantes disponen de un invento revolucionario: una máquina automática de espaguetis, que sirve platos de pasta por 290 pesetas.

El bar de Económicas de la Autónoma es pequeño y muy animado por las tertulias. Es uno de los bares de mejor fama entre los alumnos. Los jueves, lleno absoluto: la paella, para variar, tiene la culpa. Una crítica: la tortilla tiene poco huevo. El más serio, pero uno de los que tienen más vidilla, como dicen los alumnos de Cantoblanco, es el de Psicología. Amplio y con un servicio de camareros muy atento. Los alumnos aprovechan la hora de la comida para concretar seminarios, ponencias y para abordar el tema de los nuevos planes de estudio.

Los masificados

Periodismo de la Complutense. Uno de los bares estrella de este campus, aunque tiene más aspecto de hangar que de cafetería. Abarrotado siempre. Cuando las mesas son insuficientes -lo que ocurre casi siempre- los alumnos se sientan en el suelo. Los estudiantes critican el abuso de fritanga. Merece la pena por el ambiente.

Ciencias de la Autónoma: uno de los más masificados. Díficil conseguir una mesa a la hora de comer. Es cuestión de suerte y de paciencia. Las partidas de cartas se prolongan durante la sobremesa.

Destaca el bocadillo de lomo, "aunque las lonchas parezcan papel de fumar" critica Íñigo Andrés, de Físicas.

Un tanto caros

El precio de los menús de los restaurantes -que por lo general ofrecen tres platos- oscila, por término medio, entre las 525 y las 550 pesetas. Los rectorados lo imponen.A los estudiantes, estos precios no acaban de convercerles: "No podemos comer todos los días en el restaurante; hay que elegir la otra vía: el bocadillo o el pincho" comentaba el pasado miércoles Javier Domenech, de cuarto de Ciencias Económicas de la Universidad Autónoma. Hay facultades que presentan variaciones. En Ciencias de la Universidad Autónoma el menú tiene dos precios: 525 pesetas si es de autoservicio, y 685, si lo sirve un camarero en la mesa. En Periodismo, (525 pesetas el menú normal) existe la posibilidad de comer también por 800. "Pero poca gente lo hace", comentaba un estudiante.

En el restaurante del rectorado de la Universidad Autónoma el chef sugiere: filete de choto a 1.300 pesetas, que pocos estudiantes se acercan a pedir. El menú de dicho comedor también es más caro de lo normal: 680 pesetas.

Para los que necesitan ahorrar, la cafetería de la Facultad de Psicología del campus de Cantoblanco ofrece posibilidades combinatorias: pisto manchego con huevo por 450 pesetas. El mismo precio cuestan unas costillas adobadas que los alumnos devoraban la pasada semana.

La revuelta del 'donut'

Hace un mes, en la facultades de Ciencias Biológicas y Geológicas de la Universidad Complutense -que comparten cafetería- estalló una guerra. Los alumnos, descontentos con las viandas de su comedor, decidieron dar un plantón al bar. Se declaró la ley seca.

La sangre no llegó al río porque los encargados de la contrata que se ocupa de servir las comidas y bebidas en estas facultades -Hotel Development & Management, SA- vieron los carteles críticos en los pasillos y se apresuraron a reunirse con los estudiantes.

Los alumnos planteaban unas quejas muy concretas. Tras organizar una encuesta entre 100 estudiantes, exigieron en un escrito remitido a la contrata:

- Más limpieza en general, sobre todo en "suelos, ya sea con limpieza húmeda, aspirador, etcétera".

- Más personal en horas punta, dada la masificación de la facultad.

- Creación de un bono semanal o mensual de comidas.

- Jarras de agua y vasos de plástico en un lado de la barra. "Al ser tantos en horas punta, pedir un vaso de agua supone, tanto para el camarero como para el alumno, una molestia muy grande.

Más barras de pan

Para terminar la lista de reclamaciones, los estudiantes apuntaron los productos más solicitados en la encuesta y que la dirección de la cafetería tenía relegados: "Más patatas Matutano y menos Galaxia o Crecs, más donuts y menos dupis, más coca-colas, fantas, Trinaranjus. Menús vegetarianos, tortillas más cuajadas, patatas de mejor calidad y con ketchup, churrería y dos barras de pan por menú".

A finales de enero, la empresa contestó, y poco a poco, según cuentan los estudiantes, se han ido notando mejorías. Ya hay más donut, ketchup y jarras de agua. Y churros. Eso sí, la empresa no ha consentido en duplicar el aporte de pan.

El problema de la cerveza es caso aparte: los estudiantes reclamaban Mahou y la contrata abogaba por Cruzcampo.

Incluso hubo carteles en los pasillos en los que salieron a relucir términos como mahouistas, esto es, defensores a ultranza de esta marca de cerveza. La dirección ha informado a los alumnos de que, si los estudiantes quieren Mahou tendrán que pagar algo más porque es más cara.

"Tuvimos varias reuniones, pero el hecho es que hasta que no amenazamos con un plantón a la cafetería nadie hizo nada; eso sí, en cuanto la huelga estuvo planteada, accedieron. Ahora estamos contentos y satisfechos", contaba Carlos Estrada, estudiante de cuarto de Ciencias Geológicas y miembro de la Delegación de Estudiantes de Geología.

"Nunca es bueno que se quejen los clientes, pero en este caso lo hemos solucionado hablando", cuenta Paco Campillo, encargado de la cafetería, la cual, debido a su terraza abierta y a sus vistas, es una de las más atractivas de la Ciudad Universitaria

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_