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Una mujer mata a su esposo el día de Nochebuena y empareda el cadáver en una habitación de su casa

El alcohol los problemas económicos y las desavenencias conyugales de un matrimonio con seis hijos provocaron un desenlace trágico en la pasada Nochebuena en Granollers (Barcelona). Rosa Guardia Reverte, de 37 años, mató a puñaladas a su esposo, José Torres Peña, de 50, y emparedó su cadáver en un armario empotrado de la vivienda. Los hijos del matrimonio tenían conocimiento del parricidio e incluso ayudaron a su madre a esconder el cadáver. Una de las hijas no pudo aguantar la presión psicológica y denunció el hecho el pasado lunes. La madre ha sido detenida junto a tres de sus hijos, José, de 21 años; David, de 19, y Marisol, de 18. Otros, dos, de 14 y 11 años, han sido puestos a disposición de la Fiscalía de Menores.

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Los vecinos -la mayoría inmigrantes- del bloque Montserrat del modesto barrio periférico Can Gili de Granollers se preparaban para celebrar la Nochebuena totalmente ajenos a lo que estaba sucediendo en uno de los pisos. Querían olvidarse, al menos por unas horas, de las dificultades de la vida y no prestaron atención a los gritos que se producían en la vivienda de cuatro habitaciones de la familia Torres-Guardia, porque "las discusiones entre el matrimonio eran frecuentes", según relató ayer uno de los vecinos.Hacía mucho tiempo que Rosa y José mantenían desavenencias conyugales, hasta el punto de que se habían cruzado denuncias por presuntos malos tratos. El matrimonio tenía graves dificultades económicas porque el marido carecía de oficio conocido -había recibido tratamiento psiquiátrico- y sólo su esposa realizaba trabajos esporádicos. Ni la ayuda prestada algunas veces por los servicios sociales de Granollers era suficiente para sacar adelante una familia numerosa en la que tan sólo una de las hijas, Rosi, trabajaba en la lechería del barrio. La cuerda estaba tan tensa que se rompió en un día tan señalado.

Ladrillos y cemento

Fuentes de la investigación explican que el día de Nochebuena José llegó a casa ebrio y durante una fuerte discusión con su mujer recibió diversas heridas de arma blanca que le causaron la muerte. Ese mismo día, Rosa fue atendida en la policlínica de Granollers de diversas contusiones.En el momento de los hechos los hijos mayores no se encontraban en el piso. Cuando hicieron acto de presencia se encontraron con el drama. Madre e hijos estuvieron dos días sin saber qué hacer con el cadáver, hasta que optaron por comprar ladrillos y cemento para improvisar una tumba entre la pared y un armario de la vivienda. Entre todos se juramentaron a guardar un pacto de silencio. Paralelamente, Rosa denunció en comisaría la desaparición de José para disipar cualquier sospecha sobre su ausencia.

Había que aparentar normalidad y la familia lo consiguió. El menor, de 11 años, siguió yendo -hasta el mismo día de la detención de su madre y hermanos, el pasado lunes- al colegio público Pau Vila sin que los profesores advirtieran nada anormal en él, entre otras cosas porque ya estaba catalogado como "niño conflictivo". David continuó prestando su servicio militar; Marisol realizaba sus esporádicos canguros, mientras que José salía con su amigos con el desparpajo de siempre y "rebotándose como de costumbre", según relata César, uno de sus compañeros habituales.

Sólo Rosi, la empleada de la lechería, no podía aguantar la presión psicológica que se vivía en su casa y máxime teniendo el cadáver de su padre en su propia habitación. Por eso discutió fuertemente con su madre y sus hermanos, hasta que tomó la decisión de mudarse a casa de una tía. El estado anímico de la joven hizo sospechar al familiar. Rosi se resistía a explicar el suceso y se limitaba a decir que en su casa "ha pasado una desgracia muy grande". Su tía la convenció para que acudiese a la comisaría de Sant Cugat del Vallès y allí relató las circunstancias del crimen.

Su madre y sus hermanos confiaban en que nadie. rompería el pacto de silencio al que se habían comprometido todos, hasta el punto de que para despistar todavía más escribieron al programa ¿Quién sabe donde? de TVE.

Tampoco los vecinos sospechaban nada -"de la casa salía un olor extraño", recuerdan- y ni siquiera se extrañaron cuando el pasado lunes por la tarde oyeron fuertes golpes en la pared. "Están haciendo obras", pensaron. No eran albañiles, sino la policía que con pico y pala rompía la pared donde se encontraba el cadáver de José en avanzado estado de descomposición.

Rosa fue detenida inmediatamente -confesó ser la autora del asesinato- junto a sus hijos José, David y Marisol. Los dos menores están a disposición de la fiscalía. Sólo Rosi permanece en libertad, incrementando todavía más la carga emocional que soporta desde el día de Nochebuena de 1994.

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