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El Salón de Angulema premia al creador del polémico álbum 'HitIer SS'

La entrega de los premios del Salón del Cómic de Angulema se convirtió en una jornada polémica. Y lo fue por el tono que adoptó, alejándose de la pompa y el boato de las ediciones anteriores, pero sobre todo porque, para pasmo de muchos, el gran premio fue a parar a las manos de Philippe Vuillemin, autor del polémico álbum Hitler SS, uno de los dibujantes más provocadores y políticamente incorrectos que tiene Francia en la actualidad.Hitler SS, obra de este maestro del mal gusto elevado a la categoría de arte, fue retirado de la circulación por las presiones de las asociaciones judías. Convencido de que nada es sagrado, Vuillemin lleva años agotando la paciencia de derechistas, izquierdistas, centristas, gente de orden en general y cualquiera que no comparta su desquiciado sentido del humor. Darle un premio tan institucional y tan de compromiso como éste debe interpretarse como un gran bromazo del presidente del jurado, el inefable Nikita Mandryka, que debe de estar relamiéndose de gusto al imaginar la cara que pondrá el año que viene el alcalde de Angulema cuando vea el contenido de la magna exposición que se le consagrará al ínclito Vuillemin. Una cosa ha quedado clara: para la próxima edición la polémica está asegurada.

Ceremonia chusca

Tradicionalmente, la entrega de premios del Salón del Cómic de Angulema consistía en una ceremonia algo pomposa, levemente ridícula y demasiado larga que trataba de imitar a la de los César, los galardones de la industria cinematográfica francesa. Pero este año surgió la brillante idea de desdramatizar el asunto y tomárselo a broma, para lo cual fueron contratados como presentadores cinco cómicos siniestros disfrazados de familia de palurdos que consiguieron agotar en escasos minutos la paciencia de casi todos los que se habían desplazado al Centre Saint Martial a ver qué pasaba.

Lo que pasó fue, francamente, la ceremonia más chusca e, involuntariamente, más divertida, que se haya visto jamás en el ya de por sí depauperado universo de la historieta. Estos cinco magos del humor no sólo lograron crispar al público con sus gracias sin gracia y sus constantes meteduras de pata a la hora de dar los nombres de los autores premiados, sino que además hicieron que algunos de éstos manifestaran públicamente su disconformidad con la charlotada. Ése fue el caso de Régis Loisel (premio del público por su álbum Peter Pan), quien dijo que confiaba en que el año que viene la ceremonia tenga otra orientación. Pero eso no fue nada en comparación con la santa indignación que se adueñó de Patrick Cothias (premio al mejor guión del año).

André Julliard recogió su galardón al mejor álbum francés del año por Le cahier bleu con una sonrisa. Vittorio Giardino agradeció el premio a la mejor obra extranjera por Jonas Fink.

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