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Clinton busca recuperar autoridad para desarrollar su 'segunda presidencia'

Antonio Caño

Para Bill Clinton, ésta es la oportunidad de volver a empezar. El discurso sobre el estado de la Unión, previsto para la pasada madrugada, debía ser la ocasión en la que el presidente estadounidense presentase a sus compatriotas su visión de gobierno para los próximos dos años y una nueva imagen de autoridad que borre los errores del pasado y compense el fuerte avance republicano de los últimos meses. El discurso sobre el estado de la Unión suele ser un punto de partida en la política de Estados Unidos.

Para Clinton es el momento para redefinir su programa, reconstruir su perfil presidencial y abrir pista para la reelección. Quizás sea ya muy tarde para un hombre que ha derrochado dos años en la indefinición y la incertidumbre. Pero quizás, aprovechando las carencias que rápidamente evidencian los republicanos, haya tiempo para que evite ser meramente una figura de transición.Paradójicamente, ese proyecto tan ambicioso no tiene que cumplirse con un programa político ambicioso también. El éxito en Estados Unidos no radica tanto en cambiar las cosas de raíz como en tocar sabiamente aquellos aspectos que son mas sensibles al grueso del electorado. Cuando eso se consigue -y la opinión pública lo percibe así- el triunfo está garantizado.

Por eso, el Clinton que iba a comparecer en su tercera intervención ante el pleno de las dos cámaras del Congreso no debía ser el impulsivo dirigente que quería revolucionar el sistema sanitario, la beneficencia pública, la educación y la burocracia estatal. La mayoría de esos grandes proyectos fueron derrotados o disminuidos en os dos últimos años.

En esta oportunidad se esperaba a un Clinton con ideas más modestas pero mejor dirigidas, más factibles, situado en el centro del escenario, capaz de abrir el juego a ambas bandas de su propio equipo demócrata y de contener, al tiempo, la feroz ofensiva conservadora. Todavía el presidente puede salir bien parado si se limita a administrar con tino y a corregir los excesos que está abocada a cometer una oposición ansiosa de poder.

El Clinton de hoy es, sin duda, un político seriamente herido por la derrota demócrata en las elecciones de noviembre pasado. Pero los estados de ánimo cambian muy rápidamente en Estados Unidos, y todavía puede encontrar algún consuelo en su desgracia.

Las propuestas que se esperaban en el discurso ante el Congreso eran las siguientes:

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