Comienza el juicio de O. J. Simpson, el espectáculo de EE UU más esperado del año

Empezó el espectáculo más esperado del año en Estados. Unidos; un acontecimiento que combina el morbo, el sexo y la fama con el trasfondo de la acción de la justicia; una obsesión nacional: ayer comenzó en Los Angeles el juicio contra O. J. Simpson, acusado del asesinato, el año pasado, de su esposa y de un amigo de ésta. Si los 12 jurados representan la opinión actual de la mayoría del público norteamericano, el célebre deportista será declarado culpable, aunque el fiscal no pide para él la pena de muerte.En la apertura de las sesiones, primeros problemas: en el último minuto, la defensa añadió 35 nombres a la lista de testigos; el fiscal fue tomado de sorpresa y pidió un aplazamiento de una semana. El juez lo rechazó.

Decenas de personas durmieron la noche anterior en la puerta del tribunal para asegurarse un espacio en la sala del juicio. No hay acontecimiento que pueda competir con éste en cuanto a la atención de los medios de comunicación, ni el discurso anual del presidente Clinton sobre el estado ole la Unión ni el inminente partido del Super Bowl. O. J. Simpson, sus éxitos, desgracia, amores y celos, han sido el tema favorito de conversación entre los norteamericanos durante los siete meses de preparación de este juicio y lo seguirá siendo.

La vista pública arrancó con los correspondientes discursos de apertura de la defensa y la acusación. Un estudio citado por la agencia Reuter asegura que el 85% de los jurados toman una posición en esos discursos y no la modifican a lo largo del proceso.

El fiscal, Marcia Clark, tienen pruebas de que O. J. Simpson maltrató a su mujer Nicole en el pasado, la persiguió, la amenazó y llevaba años convirtiendo su vida en una pesadilla. Tiene también manchas de sangre en la escena del crimen que coinciden, con las del acusado. Y tiene restos de la sangre de las víctimas en el automóvil del futbolista.

La defensa, dirigida por Johnnie Cochran, sólo cuenta a su favor con la confesión de inocencia del propio Simpson y con la falta de testigos presenciales del asesinato.