Onomatopeya y palabra

La bella Aurora

De Lope de Vega. Intérpretes: María José Zaragoza, Marcial Álvarez, Carlos Tejado, Antonio Molero, Adolfo Pastor, Yolanda Pallín, Cannen Godoy. Espacio escénico: Alicia de Blas.

Espacio sonoro, versión y dirección: Eduardo Vasco. Compañía Don Duardos. Sala Galileo, Madrid, 11 de enero.

Entre grititos, gorjeos, soplidos y atambores, se distinguen algunos bellos versos de Lope de Vega en esta comedia triste de La bella Aurora: siempre, además, que actor o actriz pronuncien bien, tengan en la mente las comas, las pausas, los hemistiquios y sostengan el recuerdo de la concordancia, a veces lejana. No siempre sucede. Hay cómicos como Adolfo Pastor que respetan su propia voz y su lógica interna; otros van a un- alarde de escuela y de dirección. Más de una vez se observa en estas compañías jóvenes lo reciente de su aprendizaje: quien agilizó su cuerpo para poder retorcerse en lo que fuese y afinó su voz para impostaciones raras quiere mostrar enseguida ese caudal; si el director participa de esa ufanía escolar, lo acentuará.Este director, Eduardo Vasco, se muestra en el programa como creador del "espacio sonoro": es decir, que no haya un momento de silencio mientras se dice el texto de la fábula de amor. Un psicoanálisis sencillito bastaría para encontrar que quier borrar la lírica medida y estudiada del viejo poeta: este tipo de directores no trata de escribir, sino de desescribir lo que otro hizo, y muchas veces lo consigue. Pero Lope pertenece a la epoca, que duraría tantos siglos después, de el de que es la belleza del lenguaje, el verso dramático en el que se incluye decorado, descripción de los ruidos, caracterización del personaje, pasión, psicología y argumento, el centro de esta forma especial de la literatura. Acallarle no parece bueno. Quizá hallarle su sentido, hacer que los actores entiendan cada palabra y transmitirle al público esa lectura comprensiva, quizá lo tuviera. Debe ser más difícil. Y, además, hay que querer.

Algunos se salvarán

Hace un año, esta compañía estrenó Dar tiempo al tiempo, de Calderón; dije aquí mismo que el título de la obra podía ser el lema de esta compañía tan jovencísima, con tanta promesa de llegar a ser. El año transcurrido no es, sin duda, suficiente tiempo dado; o, como es tan frecuente ahora, no sirve para reflexionar y aprender, sino para ratificarse en aquello en que se cree. Siempre queda más tiempo por delante para esta juventud. Algunos se van a salvar.