El gobernador de Nueva York extradita a Oklahoma a un reo para que sea ejecutado
Thomas Grasso, condenado por doble asesinato, espera ya en el pasillo de la muerte de Oklahoma el momento de su ejecución. El republicano George Pataki, nuevo gobernador de Nueva York, donde. Grasso cumplía otra sentencia, autorizó el miércoles su traslado hacia ese Estado sureño como prueba de su respaldo a la pena de muerte y en cumplimiento de una de sus promesas electorales. El anterior gobernador neoyorquino, Mario Cuomo, había bloqueado la extradición durante años.
Thomas Grasso, de 32 años de edad, cumplía en Nueva York una condena de cadena perpetua por asesinato. Posteriormente a esa sentencia, el reo fue condena do a la pena de muerte por otro homicidio en Oklahoma. Aunque este, último Estado pidió la extradición, Mario Cuomo se acogió a una ley que obliga al preso a cumplir en primer lugar la condena que recibió primero, y se negó al traslado.El asunto se convirtió en una polémica durante la campaña para las elecciones del pasado 8 de noviembre. Cuomo, un activo opositor a la pena de muerte, defendió su punto de vista en contra de la opinión de las encuestas. Pataki utilizó el caso como un ejemplo de su voluntad de convertir a Nueva York en el 380 Estado de la nación que incluye en su legislación la máxima pena. Pataki ganó las elecciones, Grasjo ha sido extraditado y Nueva York, el hogar de la Estatua de la Libertad, está a punto de ponerse al nivel de Oklahorna.
Si el curso de la justicia no se ve interrumpido, Grasso será ejecutado en un plazo máximo de 60 días. Organizaciones humanitarias y grupos contrarios a la pena de muerte han anunciado algunas acciones contra esa ejecución, pero sus posibilidades de éxito son mínimas puesto que el propio Grasso se considera merecedor de la muerte y la ha pedido abiertamente. Incluso cuando, Cuomo impedía su traslado a Oklahoma, Grasso concendió entrevistas en las que ridiculizó al entonces gobernador, causándole un gran perjuicio electoral.
El año pasado, Grasso pidió formalmente al juez neoyorquino que le condenó por su segundo asesinato que revocase su sentencia para que pudiera ser trasladado a Oklahoma. El juez se negó a hacerlo. Pese a eso, el gobernador Pataki ha accedido al traslado, en una decisión que, en palabras de Mario Cuomo, indica claramente que el gobernador está muy decidido a imponer la pena de muerte".
Aunque la máxima pena nunca estuvo vigente en Nueva York desde que ésta fue autorizada por el Tribunal Supremo de Es tados Unidos en 1976, ese Esta do es actualmente sobrepasado por otros con pena de muerte en cuanto al porcentaje de asesina tos. De hecho, el índice de criminalidad en Nueva York ha des cendido en los tres últimos años.
Sin embargo, el sentimiento (le inseguridad ha crecido últimamente entre la opinión públicalidad ha fluctuado a lo largo de todo el país, hasta el punto de que la preocupación por la delincuencia se ha convertido en el principal problema, que los norteamericanos mencionan en las encuestas.Los datos demuestran constantemente que no existe relación entre la aplicación de la pena de muerte y la reducción del crimen. En Estados como Luisiana y Misisipí, donde está en vigor la máxima pena ha aumentado el número de crímenes. Y en Tejas, que ostenta el récord de ejecuciones con 85 muertes desde 1976, el índice de criminalidad ha fluctuado a lo largo de los años y es similar al de Nueva York en estos Momentos. Los Estados de más baja criminalidad son aquellos en los que no existe pena de muerte, un procedimiento que, además, resulta más caro al contribuyente que la cadena perpetua, un argumento que no es desestimable en Estados Unidos.
La reinstauración de la penad e muerte en Nueva York tiene un carácter simbólico por cuanto ese Estado, punto tradicional de acogida a los emigrantes que huían de la intolerancia, es el principal, escaparate de esta sociedad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.