PP, PSOE y CiU deciden que De la Rosa no vaya al Congreso
La Comisión sobre Financiación de Partidos Políticos decidió ayer renunciar a la comparecencia del financiero Javier de la Rosa, citado para mañana, quien remitió al Congreso un telegrama anunciando su propósito de no declarar ante la misma, acogiéndose a su derecho constitucional. El Grupo Popular, Convergència i Unió y el PSOE consideraron que, en estas condiciones, la comparecencia de De la Rosa -en prisión preventiva en la cárcel- barcelosa de Can Brians, acusado de estafa, falsificación de documentos y apropiación indebida por su gestión al frente de la sociedad Grand Tibidabo- resultaría inútil para aclarar la financiación de los partidos.Jaime Ignacio del Burgo, del PP, admitió que "ésta es una comparecencia que tiene un morbo especial" y se preguntó "si hay que dar al pueblo español un espectáculo y si eso prestigia a la Cámara". Finalmente, "incluso por razones humanitarias", ya que el financiero debía ser trasladado hoy mismo en furgón desde Barcelona a Madrid y acudir al Congreso con escolta policial, se debe posponer la cita "al menos mientras no manifieste mayor disposición a colaborar", agregó.
Tirar de la manta
Fernando Gimeno, del PSOE, aseguró que no le preocupa que el antiguo representante del Grupo KIO en España "tire de la manta", como amenazó en unas declaraciones radiofónicas tras su inculpación policial, pero "tampoco tengo ningún interés en hacerme una foto con el señor De la Rosa".
La decisión de anular la comparecencia fue duramente combativa por los portavoces de IU y el Grupo Mixto, Felipe Alcaraz Y Pilar Rahola, quienes acusaron a los demás partidos de "agarrarse como un clavo ardiendo" al anuncio de De la Rosa de que no pensaba declarar, después de que el juez autorizase la comparecencia, "en contra de lo que muchos esperaban".
Una vez más, y no es la primera, la comisión adquirió tintes surrealistas cuando, durante más de una hora, se debatió sobre la procedencia de la reunión y se intentó, sin éxito, identificar a los grupos que habían promovido la sesión extraordinaria. Sólo CiU asumió la paternidad de un encuentro que no tenía otro fin que anular la decisión unánime que se adoptó en su día de llamar a De la Rosa.
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