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Estreno en Londres de la nueva versión del musical 'Oliver'

Lionel Bart era un compositor desconocido de 29 años cuando en 1960 su musical Oliver, basado en la novela de Dickens Oliver Twist, revolucionó los escenarios del West End londinense. El éxito le llevó a la bancarrota y para no pasar hambre hubo de vender sus derechos de publicación y de filmación de la obra. La moda del revival, sin embargo, está a punto de devolverle fama y fortuna, porque Oliver, remazada y readaptada por el propio Bart, ha regresado a los escenarios londinenses.

La noche del estreno, no cabía un alfiler en el London Palladium. Mil veces representada en los escenarios del mundo y aupada a la fama internacional gracias a una versión cinematográfica que consiguió seis oscars, la nueva versión de la obra de Bart no ha convencido, sin embargo, a la exigente crítica londinense.

Quizás esperaban más. Un montaje costosísimo, de tres millones y medio de libras (más de setecientos millones de pesetas); una legión de pequeños actores -la legislación obliga al empresario Cameron Mackintosh a disponer de tres bandas de 26 niños cada una-; y más de treinta adultos, hacían presagiar que esta versión de Oliver acapararía todos los superlativos. ¿Qué ha fallado entonces?

Crítica y público

En un país que adora los musicales, la nueva versión de Oliver, dirigida por Sam Mendes, bendecida por todas las fuerzas vivas de: la capital, debía necesariamente encontrar una acogida calurosa. La crítica, sin embargo, ha sido un hueso duro de roer y la falta de entusiasmo en las reseñas de los grandes diarios ha sido general.Los pequeños ladronzuelos magistralmente retratados por Dickens tienen sobre el escenario del London Palladium el inconfundible lustre de la buena alimentación, muy al contrario que los dramáticos personajes de la novela. Para no hablar de los impecables harapos de diseño que visten los niños pordioseros. La pobreza resulta en esta versión de Oliver casi un divertido avatar de la vida, más que una injusticia del destino.

Pero si la crítica ha sido fría, al menos el público ha respondido con entusiasmo y curiosidad ante la nueva versión de una pieza musical cuyos principales temas cantados conocen al dedillo. De momento, todas las entradas están vendidas hasta el próximo mes de marzo, con un total de 1.400 millones de pesetas recaudados hasta la fecha. Y es de esperar que, con vistas al verano, turistas y británicos de provincias se contagien de la misma fiebre pro-Oliver.

Una buena noticia para Bart, quien, al menos, tuvo la precaución (le no vender también los derechos de representación del famoso musical. El autor, que ha pasado casi en el olvido los últimos 20 años de su vida, después de dilapidar su fortuna, en una enloquecida etapa en la que, según confesión propia, "cada día era una fiesta", recuperará gracias a las condiciones económicas ofrecidas por el productor, una parte del dinero perdido.

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