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Expertos en Gaudí tachan de "reinvención" la restauración del parque Güell

Las obras han eliminado las gárgolas originales del arquitecto

"Parece un cuarto de baño", dice Josep Garrut, director del museo Gaudí. "Es el parque de Porcelanosa", dice Juan Bassegoda, titular de la cátedra Gaudí. Las obras de restauración del parque Güell, en Barcelona, están a punto de acabar y los expertos en la obra de Gaudí echan pestes de la nueva faz del parque. En su opinión, no ha habido tal restauración, sino una "reinvención" que ha costado más de 2.000 millones de pesetas y seis años de trabajo.

"La obra de Gaudí estaba en grave peligro de deterioro", afirma el arquitecto José Antonio Martínez Lapeña, responsable junto a Elías Torres de la restauración del parque. "La sala hipóstila corría riesgo de hundimiento. Las aguas y humedades habían oxidado las armaduras, que a su vez habían reventado todo el mortero. En consecuencia, el 95% de los dinteles estaban partidos".

"Ha habido que impermeabilizar", continúa Martínez Lapeña, "restituir los bajantes originales que iban por dentro de las columnas y que estaban cegados de líquenes. Al realizar estos trabajos estructurales tuvimos que levantar los mosaicos y luego los hemos restituido. Esos dinteles ya habían sido repara dos en otros ocasiones. Se notaban los parches. No se habían hecho con cuidado. Nosotros los hemos cambiado todos".

El arquitecto Juan Bassegoda, titular de la cátedra Gaudí, arremete contra sus colegas: "Las obras dejan a la luz una vez más la soberbia de los arquitectos. El parque Güell es una obra artesanal y una obra plástica, y hay que tratarla como tal. Sin embargo, los arquitectos han enfocado la restauración como un problema estructural, de goteras y humedades, y han querido dejarlo todo como nuevo".

Quejas

Las quejas de los gaudinianos se ceban en los detalles: en la sala de columnas, el techo era de piedra y mosaico. Al parecer, la cerámica de la época era más delgada que la actual y cuando se coloca en el cemento se hunde, con lo que se produce una separación mayor entre los fragmentos. Hay más blancos. Pero lo que irrita sobremanera a los gaudinianos es la restauración def gran banco, de 165 metros."Había sido restaurado muchas veces", dice Martínez Lapeña. "El banco, de una sola pieza, tenía fisuras en muchas partes. El azulejo se había deteriorado. Nosotros primero reparamos la estructura y luego sustituimos todo el azulejo blanco del asiento y de la base por un gres, que tiene más garantía de conservación. Este gres fue fabricado en 21 tonos diferentes de blanco. Dejamos las piezas originales y quitamos las de colores neutros colocadas en anteriores ocasiones. En su lugar colocamos piezas encargadas a un ceramista, con colores y dibujos que imitaban los originales. Nos pareció que lo importante era conservar la policromial".

"Esto no ha sido una restauración, sino una reinvención", resume el director del museo Gaudí, Josep Garrut. "Los arquitectos no se han limitado a sustituir las piezas rotas, sino que han levantado todo el mosaico del banco, roto o no, y luego han colocado fragmentos blancos. Esto parece un cuarto de baño".

Martínez Lapeña afirma que en el banco se han respetado las piezas originales que no estaban rotas. Todos, los mosaicos de los años sesenta se tiraron, y también la cerámica blanca original y las tortugas blancas colocadas en la base del banco. También fueron a la basura todas las gárgolas en forma de cabeza de león situadas detrás del banco, que servían de desagüe.

El arquitecto reconoce que han quitado las gárgolas, unas 15, porque la mayoría estaban rotas y además eran reproducciones. "Sólo había dos o tres originales y optamos por suprimirlas y realizar otras en una pieza unitaria con el arquitrabe".

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