Londres bloquea el acuerdo pesquero al negar el acceso español al banco irlandés
Todo está desbloqueado, salvo el acceso de la flota española a una parte banco irlandés, el llamado Irish box. Por tanto, toda la negociación sobre la integración de España en la política pesquera común está atrancada, pues en la Unión Europea (UE) no hay acuerdo en nada hasta que lo hay en todo. El Reino Unido mantuvo ayer en solitario el veto a la penetración española en sus aguas más cercanas. El Consejo de Pesca continuará mañana.
Tras 36 horas de negociación enfebrecida, todos los obstáculos a la integración española en la Política Común de Pesca (PCP), menos uno, quedaron vencidos. El control del esfuerzo pesquero (drenaje de recursos), el tamaño de las esloras, el régimen para las especies demersales (que viven en la profundidad), eran los puntos conflictivos. En todos se llegó a "soluciones razonables", según el ministro español del ramo, Luis Atienza, por las que acaba la discriminación de la flota española respecto de las otras de la UE.El Irish Box fue la china en el zapato. Pero sólo en parte. Este banco irlandés comprende todas las aguas que circundan la costa irlandesa. Pues bien, nadie, ni siquiera los irlandeses, se opuso a la entrada de la flota española en las aguas situadas al Oeste de Irlanda (llamadas zonas 7A y 7F). En ellas se respetarán las capturas "de acuerdo con las actividades pesqueras tradicionales". Es decir, todos los que pescaban hasta ahora. Como la flota española no pescaba en este banco, se ha acordado para ella un máximo de 40 barcos, cinco más de los que proponía inicialmente la Comisión.
Cuarenta barcos ¿es mucho o es poco? Técnicos españoles de fiar consideraron que era un número razonable, "similar" al de las flotas que ya pescan en la zona. La presidencia calculó que los buques españoles faenando en los límites son 93, y que 40 es el resultado de aplicar porcentajes similares (cercanía/ entrada) a los que por tradición tienen otras flotas. Y al cabo, no había más remedio que fijar un número, porque los españoles no son allí "tradicionales". Por esta zona, pues, sin problemas.
El problema grave vino con la porción del box lindante con el Reino Unido: las zonas 7A (mar irlandés, entre las dos islas), 7G (Sudoeste inglés) y 7F (canal de Bristol). El ministro alemán, Jochen Borchert, en calidad de presidente, propuso cerrar la entrada de España a las zonas, 7A y 7F, para reservarlas sólo para los pescadores "tradicionales". España reclamaba acceder también a ellas. Y Londres quiso aumentar el coto inaccesible a españoles sumando a ambas zonas la 7G, junto a Cornualles.
Exclusión inadmisible
"Esta exclusión total es inadmisible", indicó Atienza. Fuentes británicas argumentaban su veto en la cercanía de estos bancos a' sus costas: "Faenan ahí barcos pequeños, una industria artesanal que teme ser aplastada por los grandes barcos españoles".
Los negociadores agotaron las razones técnicas en una sesión fantasmal: durante todo el lunes y la madrugada del martes, hasta las ocho de la mañana de ayer estuvieron negociando, ora en plenario, ora en bilaterales. España llegó a pactos con Irlanda y Portugal (quedan pequeños flecos) y con Francia (con la que quizá se cambien cromos: unas toneladas de anchoa no capturada por aquí a cambio de otra especie de cuota agotada por allá).
Pero fue imposible avanzar en las negociaciones con el Reino Unido. Al final del fárrago de toneladas, millas y especies, el bloqueo quedó planteado en términos políticos. "No puedo presentar a los Comunes esta concesión", argumentaba el titular británico, William Waldegrave, refiriéndose, al carácter emblemático del banco irlandés y a la amenaza de euroescépticos. "Hay que cumplir lo pactado", respondía Luis Atienza. Para un testigo del encuentro, el diálogo fue "a cara de perro". "La discrepancia es compatible con la cordialidad", matizaba un Atienza impasible.
Al otro lado del hilo telefónico, Javier Solana reclamaba información Para insistir en la reivindicación española ante su entrevista con John Major. No hay acuerdo. El problema es político. Ya no se discute de un barco más o menos, sino de principios: imagen ante los Comunes frente a cumplimiento de compromisos y acuerdos unánimes de las Cortes. La ratificación de la ampliación nórdica pende de ello. Pero la presidencia alemana espera que nuevas sesiones bilaterales desemboquen el jueves en un acuerdo, que ayer no quiso votar quizá para no marginalizar a Londres. "Hemos convocado sólo para constatar que se habrá llegado al pacto", señaló.
Los puntos del pacto
Los puntos pactados en un laborioso acuerdo, con vigencia hasta el 2.002, cuando se revise la PCP, han sido:-Esfuerzo pesquero: Se acordó la salida de la subsidiariedad. Cada país elaborará un plan anual, que en el caso de las especies demersales (merluza, bacalao, rape, gallo) evitará "perturbar el actual equilibrio de explotación". La Comisión y el Consejo controlarán estos planes de autocontrol "respetando plenamente los principios de no discriminación y estabilidad relativa", según el documento de conclusiones. Sus decisiones se tomarán en un sólo acto y no país por país", indicó Atienza. El procedimiento es complejo y suscitará discusiones, pero el principio de igualdad de trato ha quedado consagrado.
-Control: El control cotidiano de este esfuerzo se aproximará al hoy vigente para las flotas ibéricas. Es el sistema de semáforo, por el que cada barco comunica su entrada en las áreas que son de pesca limitada.
-Esloras: Los barcos sujetos a control individual serán los que tengan una eslora superior a 15 metros. Desaparecen las dos clases (de 10 metros y de 15 metros) y las dos zonas (al norte y al sur del paralelo 48). También ahí acaba, pues, la discriminación.
Aparte de estos acuerdos en la Política Común de Pesca, en la madrugada del martes se pactó el régimen de capturas y cuotas nacionales. España disminuirá un 9,79% sus capturas de merluza, frente a la reducción del 50% inicialmente propuesta por la Comisión.
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