El reverso de Dios
Detrás de esta larga, a menudo demasiado discursiva, pero, interesante Entrevista con el vampiro, se esconde una de las reflexiones más inteligentes sobre la ética del monstruo inmortal, habitante de la difusa parcela entre la vida y la muerte, que el género haya jamás abordado. Reflexión es, en el ejercicio diario de la crítica, una palabra comodín que a veces designa bien poco. Pero en este caso su uso está plenamente justificado, no en vano lo que muestra Neil Jordan son las tribulaciones de algunos de estos oscuros seres, su posición antelo que constituye su única razón de ser, la muerte ajena -su propia supervivencia. Pero también ante la traición, el amor, y el paso del tiempo, y algunas imposilbilidades que ellos, en su aparente omnipotencia, también sufren.Dicho de otra forma, lo que Anne Rice plantea en la novela en que se basa el filme, y también en éste -el guión es obra suya-, no es otra cosa que la compleja situación del vampiro, a medias entre el hombre, a quien le une su pasado mortal -su pertenencia, en definitiva, a la especie-, y Dios, de quien se dirían un reverso oscuro, maligno: a fin de cuentas, al igual que el supremo creador, el vampiro puede aleatoriamente suprimir la vida de sus criaturas; pero también puede devolverles una especie de vida tan impalpable y nocturna como letal y asesina. Así, Entrevista se convierte, con el impagable, soporte de sus dos vampiros-estrella -uno, Cruise, dandy desvergonzado, cruel y sibarita; el otro, Pitt, un atormentado hombre de su tiempo que aprecia el valor de la vida humana, pero que a veces no puede evitar las tentaciones-, en una larga, implacable disquisición sobre el sentido de la vida, de la decadencia, el honor, el crimen y el arrepentimiento. Como si a Lestat y sus adláteres los hubiese descrito no Rice, sino Dostoyevski.
Entrevista con el vampiro (Interview with the vampire)
Dirección: Neil Jordan. Guión: Anne Rice, según su propia novela. Fotografía: Philippe Rousselot. Música: Elliot Goldenthal. Producción: Stephen Wooleley y David Geffen para Geffer Pictures, EE UU, 1994. Intérpretes: Tom Cruise, Brad Pitt, Antonio Banderas, Stephen Rea, Christian Slater, Kisrten Dunst. Estreno en Madrid: cines Carlos III, Ciudad Lineal, Palacio de la Música, Princesa, Amaya, Benlliure, Novedades, Juan de Austria, Ideal, Multicines (en VO) y otras 16 salas.
A partir de tan suculenta base literaria, el irlandés Jordan realiza un ejercicio de puesta en escena a veces de una fuerza inaudita -el primer mordisto de Lestat / Cruise, por ejemplo, es de antología-, aunque en otras parece dejarse llevar en exceso por la gravedad de los discursos que sus criaturas intercambian sin cesar. Tal vez consciente de esto, trufa la acción con sardónicos, efectivos toques de comedia, e incluso da relevancia a personajes que, como la voraz, insaciable niña-vampiro Claudia, constituyen un eficaz engrase irónico a la truculencia de las acciones.
El resultado es un filme que oscila entre el exceso y el apasionamiento. Excesiva es, sobretodo en un producto que se reclama del género, la carga literaturizante y en ocasiones farragosa como la que a veces aprisiona a sus personajes así como ciertas concesiones gratuitas a la galería, en especial en la efusión espectacular -e innecesaria- de sangre. Pero apasionante resulta, a la postre, la concepción de Jordan del mundo vampírico, la forma en que el director de En compañía de lobos explora los rincones más ambiguamente turbadores del mito, empezando por su carga abiertamente sexual, incluso manifiestamente homosexual, junto con la dirección de actores.
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