La capital secreta
De todas las capitales europeas Lisboa es la menos propensa a la retórica maciza de las celebraciones y las conmemoraciones. Lisboa nos parece siempre que disfruta el privilegio de estar a un lado, nunca en el centro, y de constituir su decoro y su gloria sobre esa especie de marginalidad, ese perfecto simulacro de quietud de provincia, de lejanía indolente. Que durante este año haya sido declarada oficialmente Capital Europea de la Cultura no deja de ser una redundancia, o una intromisión de las mayúsculas gubernamentales en la respiración cotidiana de esa ciudad y ese país.-Para mí Lisboa es la capital soñada de una península menos agria, el finisterre de una Europa perfectamente inventada, en la que Michel de Motaigne importa más que François Mitterrand, y donde la declaración universal de los derechos del hombre y del ciudadano es más motivo de orgullo que una bandera regional o un equipo de fútbol.
Pero la cultura, por lo que se ve, es otra cosa. Cultura significa actos culturales; conciertos megalómanos en los que se gasta, en una sola noche, más dinero que en los presupuestos anuales de todos los conservatorios de un país; cultura significa congresos o pasarelas internacionales de literatos o expertos que consumen sin límite el dinero público que se escatima para las bibliotecas o las escuelas públicas. Cultura, y cultura Europea, significa un apéndice o un decorado para el cruel teatro del dominio, económico y político de unos países europeos sobre otros, especialmente los últimos, los siempre recién Regados, los pobres y ávidos de agradar, Portugal, España y Grecia.
Lisboa era una de las capitales del mundo antes de que los sátrapas culturales de la Unión Europea lo decidieran así, y lo seguirá siendo el año que viene, y siempre. No sé si esa capitalidad cultural que ahora concluye habrá acabado, como la de Madrid, en la pura nada y el ridículo, pero estoy seguro de que, ni en el peor de los casos, eso no importaría nada. La cultura que gusta a los administradores culturales es una cosa en la que siempre acaban participando Plácido Domingo, La Fura dels Baus y algunos epígonos menores de Joseph Beuys.
Lisboa es más bella y más secreta y, por fortuna, su belleza es cada día más un secreto a voces. Lisboa son las librerías donde se encuentra la literatura de cualquier idioma y los cafés en los que a uno lo envuelven los aromas más delicados e intensos del mundo. Lisboa es una gran enciclopedia geográfica y literaria, una. introducción a los placeres de la lectura y de la caminata, de la, mirada y del recuerdo. Lisboa es una ciudad tan verdadera que este año ni se le ha notado que era la Capital Europea de la Cultura.
Babelia
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