Berlusconi declara ante los fiscales de Milán durante siete horas
Silvio Berlusconi, el primer ministro italiano, fue sometido ayer a un duro interrogatorio de más de siete horas por los fiscales de Milán que investigan su presunta implicación en un soborno a la policía fiscal. Abandonó el Palacio de Justicia sin hacer ninguna declaración y eludiendo a una legión de informadores. Poco más tarde, en un mensaje por televisión, Berlusconi aseguró que no existen pruebas en su contra y reiteró que no tiene intención de presentar la dimisión. Su portavoz oficial anunció que el Gobierno presentará una moción de confianza ante el Parlamento la próxima semana.
La insólita comparecencia se produjo mientras su Gobierno se desmoronaba a ojos vista. La hasta ahora leal Alianza Nacional (AN) se sumó al díscolo Umberto Bossi para anunciar la inminente caída del Gobierno y una posible nueva coalición. Nada se filtró de lo ocurrido tras las puertas del Palacio de Justicia milanés, sometido a una protección sin precedentes. Los fiscales, encabezados por Francesco Saverio Borrelli, querían investigar la posible implicación de Berlusconi en el pago de sobornos por valor de 24 millones de pesetas a la policía fiscal en 1990 y 1991 a cambio de que hicieran la vista gorda con las cuentas de algunas empresas del Grupo Fininvest. Berlusconi había adelantado que en su calidad de máximo responsable de Fininvest a él nunca se le consultó sobre ese tipo de cuestiones y que, en consecuencia, no se le podía exigir ninguna responsabilidad. Según él, todo "es una maniobra política orientada a hacer caer el Gobierno".
Su intención es la de "no desistir". Pero la realidad es otra. El líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, da por seguro que el Gobierno caerá una vez sean aprobados los presupuestos y el dirigente de AN y viceprimer ministro, Giusseppe Tattarella, reconoció ayer que la crisis es prácticamente irreversible.
