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El poder de los alumnos

Los alumnos, concretamente el Colectivo Independiente (CI), se han convertido en la llave del gobierno del equipo rectoral. Determinan los resultados en el claustro y en la junta de gobierno, donde son 19 de los 20 representantes estudiantiles. En las elecciones a rector, celebradas en marzo, comparecieron como independientes, aunque ya figuraba entre ellos algún destacado líder de las nuevas generaciones del PP, y luego formalizaron su grupo como tal CI. Ahora sus actuaciones están sembrando discordias en la organización universitaria.Su apoyo fue decisivo para la elección del rector, José Antonio Rodríguez Vázquez, en una candidatura de adscripción sindicalista (UGT y CC OO) a la que se enfrentó la encabezada por Margarita Estévez, decana de Económicas y por quien se decantaron los nacionalistas (el sindicato CIG). Ahora éstos son la oposición, que critica "el talante poco negociador y poco transparente" del equipo de gobierno, con la presunta Colaboración del CI.

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Excesivas prerrogativas

El CI defiende su legitimidad democrática, pero le ha nacido la contestación estudiantil de los CAEF (Comités Abertos de Escola e Facultade, nacionalistas), que entienden excesivas sus prerrogativas y las compensaciones que obtienen de su apoyo al equipo rectoral: todos los adjuntos, fontaneros, de los ocho vicerrectorados pertenecen al grupo independiente".Los CAEF denuncian el "trato de favor" que recibe CI, y recientemente irrumpieron de manera tumultuosa en una sesión de la Junta de Gobierno y consiguieron abortar su intento de articular un sistema de representación de las delegaciones de facultad que recordaba demasiado al orgánico SEU. También impidieron que se aprobara el nuevo sistema de financiación de las delegaciones de alumnos, que pretendía trasladar su gestión a los tesoreros, para, según CI, "no depender de las arbitrariedades de los directores de los centros". Para la oposición, en cambio, se intentaba permitir a los tesoreros gestionar sin control democrático.

Pero el asunto más polémico en el plano académico, es el establecimiento de la figura del becario colaborador o bolseiro, que posibilita dar clase de prácticas a recién licenciados o a alumnos de los últimos cursos. "En teoría pueden impartir el 40% de las prácticas, y eso supone un decaimiento de la calidad de enseñanza", señala Estévez.

El CI lo apoyó y algunos de sus miembros "disfrutan" el magro salario de 300.000 pesetas anuales que comporta la función. Por el momento los bolseiros son sólo 13, pero no aportan la mejor garantía de calidad a una universidad de cuyos 921 profesores, sólo 69 son catedráticos.

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