El cine mexicano triunfa en el festival de La Habana
Los filmes cubanos despertaron el interés de un público identificado con ellos
El XVI Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana concluyó en la noche del domingo con el triunfo rotundo de los mexicanos Arturo Ripstein, ganador del primer premio con Principio y fin; María Novaro, ganadora del segundo con El jardin del edén, y Gabriel Retes, que obtuvo el tercero con Bienvenido Welcome. Más de 300 largos y cortometrajes se exhibieron durante los 10 días que duró el certamen.
A diferencia del año anterior, en que la película cubana Fresa y chocolate ganó el corazón de todos los miembros del jurado, la edición de este año ha premiado en general el vigor de una cinematografía que se encuentra en uno de sus mejores momentos. Principio y fin, de Arturo Ripstein, es un filme de 1993, que ya ha sido premiado en el festival de San Sebastián. La película está basada en una novela del Nobel egipcio Nauib Mahfuz.Este festival, escaparate del cine latinoamericano, empezó el pasado día 2 con una insólita interpretación de Lili Marlen, cantada por la actriz Hanna Schygulla. Parecía que el cine argentino iba a arrasar, por lo menos su participación con once largometrajes auguraba una vitalidad envidiable para la producción de cualquier país de la región. Pero la cantidad no venció a la calidad. México, con seis largometrajes a concurso, se llevó cinco premios.
Una de ellas, la película de María Novaro, El jardín del Edén, es una historia que recrea a través de la mujer el drama de los mexicanos que intentan cruzar la frontera para emigrar a Estados Unidos. Novaro, directora de Danzón y Lola, no pudo asistir a la entrega de premios. El filme de Gabriel Retes Bienvenido Welcome trata otro grave problema social: el sida.
El premio al mejor actor fue compartido entre el peruano Diego Bertis y el chileno Julio Jung; y el de interpretación femenina entre la mexicana Lucía Muñoz y la cubana Lilliam Vega. La mejor opera prima fue compartida entre El dirigible, del uruguayo Pablo Dotta y el mexicano Fernando Sobriñana. El premio al mejor director fue para el brasileño Carlos Dieguez, por Vea esta canción.
El espejo
El cine cubano, sin embargo, fue el que suscitó a lo largo de estos días, el mayor interés. Cada una de las exhibiciones era seguida por amplios comentarios, sino del jurado, sí del público que asistía y que se sentía inmediatamente identificado con muchos de los temas que en ellas se trataba. "El séptimo arte se ha convertido en la consciencia de Cuba", decía uno de los representantes del ICAIC, el instituto de cine cubano.Películas como El elefante y la bicicleta, de Juan Carlos Tabio, y Reina y Rey, de Julio García Espinoza, hicieron que los espectadores entraran en un juego de espejos desarrollado entre la ficción y la realidad diaria.
Derecho a asilo, de Octavio Cortázar, fue la película cubana premiada por Radio Habana Cuba. El filme, basado en una novela de Alejo Carpentier, se desarrolla en un país imaginario de América Latina, y donde abundan los golpes militares, la corrupción, la violencia y el asilo en embajadas. Está protagonizada por Jorge Perugorría.
El premio especial del jurado, presidido este año por Humberto Sola, fue otorgado a Madagascar de Fernando Pérez, una película sobre el difícil reto diario de la supervivencia y que la protagonista supera con ensoñaciones y magia.
No solo los cubanos buscan en el cine un reflejo de sus problemas y una forma de analizar su pasado y su presente. Los argentinos y los chilenos han continuado exorcizando sus demonios en sus películas, explorando el pasado de sus dictaduras para evitar el olvido. Es lo que hicieron las películas que enviaron a La Habana Gonzalo Justiniano con Amnesia, Miguel Littin con Los náufragos y Betty Kaplan con Del amor y las sombras.
Babelia
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