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Nueva exploración en el enigma de Lewis Carroll

El escritor y su musa Alice, en escena

"Siempre me ha gustado la infancia, aunque sólo las niñas". Charles Dodgson, diácono anglicano y catedrático en Oxford, más conocido como Lewis Carroll, es objeto de un intenso análisis posfreudiano por esa afición. Su obra Alicia en el país de las Maravillas, escrita para la niña Alice Liddell, no ha dejado de editarse desde 1865 es el autor más editado en el Reino Unido, tras la Biblia y Shakespeare- y ha sido llevada a la pantalla una decena de veces El National Theatre inglés acaba de estrenar ahora en Londres una polémica versión sobre las intrincadas relaciones de Carroll con su niña musa.

La obra está basada en cartas y documentos del propio Dodgson recopilados en un melancólico texto por el dramaturgo Christopher Hampton y realizado por la coreógrafa Martha Clarke.La pasión platónica de Carroll por las niñas, por fotografiarlas desnudas, por pasar el tiempo en su compañía no deja lugar a dudas sobre sus frustradas inclinaciones sexuales. Crecido en el represivo ambiente de la sociedad victoriana, Carroll mantuvo una fijación con la infancia, en tanto que territorio de pureza asexuada.

Las teorías freudianas, sin embargo, han puesto patas arriba el mundo de los mitos literarios y han dejado también a Alice, y sobre todo a su autor, en un cenagoso terreno perverso. La próxima primavera se publicará en el Reino Unido un nuevo libro desmitificador sobre dos grandes autores de textos "infantiles", el propio Carroll y el menos conocido en España Kenneth Grahame.

La obra de Hampton -que asegura no haber disfrutado de Alicia en... hasta mucho después de dejar de ser un niño- es una aproximación adulta a un relato repleto de incógnitas y de la más profunda nostalgia por la infancia perdida. En él se desarrolla un diálogo a dos bandas entre el propio Carroll y la niña Alice, junto a algunos de los personajes del "otro lado del espejo", reencarnados en humanos con las severas ropas victorianas.

Pero la obra, a ratos incomprensible, a ratos irónica o abiertamente cómica, poblada de absurdos personajes a menudo llenos de crueldad, no concluye nada respecto a los pecados del escritor. Un hombre tímido pero lo bastante atrevido para escribir a la esposa de un compañero de Oxford: "Confío en que me deje sacar fotografías de Janet desnuda. Pero si lo peor de mis temores se cumple, y usted no está dispuesta a autorizar el menor desnudo, espero que al menos se decida a dejarme fotografiar a sus tres hijas en bañador, para mi total decepción".

¿Era Charles Dodgson tan sólo un esteta, un cándido admirador de la inocencia o un consumado pervertido? Nadie se atreve a dar una respuesta exacta. Si bien es cierto que algunos párrafos de sus diarios y algunas frases de su. correspondencia con sus pequeñas amigas -"Te mando siete besos, para que te duren toda la semana", escribió en cierta ocasión a Alice Liddell- no pueden sino sembrar las dudas al respecto, no parece claro que llegara jamás a consumar su pasión. La tesis de Hampton es que el escritor ignoró la naturaleza de sus inclinaciones.

En el escenario del National Theatre, el público sonríe algo confuso en los momentos de mayor tensión del texto. El escenario está diseñado para poner de relieve ese mundo fronterizo entre lo real y lo soñado. En él se mueve una tortuosa e improbable pareja -Carroll y Alice- en la que la niña es sorprendentemente el lado más adulto.

Sin embargo, aunque no recogidos en el texto de Hampton, algunos hechos no del todo explicados arrojan nueva sombra sobre el escritor. ¿Por qué la señora Lidell, esposa del deán de la Iglesia de Cristo, acabó abruptamente con las visitas que Alicia y sus dos hermanas solían hacer a Dodgson en el verano de 1863 y por qué, tal y como confesaría después la propia Alice, "desgraciadamente mi madre rompió todas las cartas que míster Dodgson me escribió?".

Lewis Carroll debió dejar constancia de lo ocurrido en sus diarios; sin embargo, la hoja correspondiente a junio de 1863 fue arrancada violentamente del cuaderno por el propio autor.

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