La polémica de los gobernadores

El carácter saludable de las polémicas de buena fe no es obstáculo para reconocer un riesgo implícito a su propia naturaleza: la voluntaria o involuntaria deformación de los argumentos del contrario para mejor subrayar la bondad de: las tesis propias. Viene esto a cuento de la lectura del artículo del profesor Francesc de Carreras sobre los gobernadores civiles, en que contesta al mío del 19 de octubre sobre el mismo tema. Leyendo a mi distinguido colega me vengo a enterar de que suscribo en el texto de octubre las siguientes opiniones:

1. Que la desaparición de los gobernadores pone en peligro la vida del Estado y la nación española.

2. Que dichos gobernadores son un elemento consustancial, no solamente al Estado, sino también a la nación española.

3. Que el Estado es inmutable y el gobernador civil es su sustancia.

4. Que empleo la metafísica nacionalista en mis referencias a la cuestión.

Me parece casi innecesario aclarar que ni en el artículo en cuestión ni en línea alguna que haya podido escribir en mi vida he sostenido semejantes desmesuras. Aceptando el carácter inevitable, al que antes aludía, de una cierta. dosis de deformación en toda polémica, estimo que el profesor Carreras lleva la licencia más allá de lo razonable, haciendo casi una caricatura de mis puntos de vista. Me temo que ello ilustre la existencia de un clima de excitación en cuanto tiene que ver con la dimensión territorial y nacional de nuestra vida política. Estoy seguro de que, más allá de cualquier apariencia, Francesc de Carreras y yo estamos convencidos de que nuestra función no puede ser contribuir a la generalización de ese clima. Por último, me interesa señalar que comparto el punto de vista del profesor De Carreras respecto a que la cuestión de los gobernadores debe ser abordada desde la perspectiva de los razonamientos empíricos.-