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Sin José Donoso

Quizá la ausencia de José Donoso (El lugar sin límites, El obsceno pájaro de la noche, Coronación) en la Semana de Autor a él dedicada en Madrid no suponga sino un eslabón más de una vida y obra signadas por la ausencia y el destierro, según revela el trasfondo de algunos de los debates, en los que participaron Jorge Edwards y Carlos Fuentes, su amigo de la infancia, entre otros.

Ingresado con una hemorragia interna en el Hospital Clínico de Barcelona desde el sábado 26 de noviembre -ayer fue dado de alta-, a dos días de su Semana de Autor, organizada por el Instituto de Cooperación Iberoamericana, y de que se fallara el Premio Cervantes, al que es veterano candidato y que algún día ganará, Donoso ha sido siempre, en cierto modo, un desterrado: de su clase social, una burguesía chilena al viejo estilo ya casi extinta como la Proust o la de Faulkner. De su lengua, al haberse criado en inglés, idioma en el que empezó a escribir y cuya literatura domina (sobre todo el siglo XIX británico), -y al haber perdido el idioma chileno, fuente de sus primeras obras, en sus múltiples viajes. Desterrado de un país que le venía estrecho, como los suyos a todos los escritores latinoamericanos de su generación, en un exilio cultural que se afianzó al sorprenderle en Barcelona el golpe incruento de Pinochet. Desterrado también del exilio mismo, en cuya retórica nunca terminó de reconocerse, como demuestran sus libros (El Jardín de al lado, entre otros). Y desterrado por fin de la redención del regreso,: como se cuenta en La desesperanza.

Víctima de la pereza

Miembro del boom, incluso del boom más nuclear (García Márquez, Vargas Llosa, Fuentes y Donoso, según Mauricio Wacquez), hasta el punto de haber sido, su único miembro en historiarlo (Historia personal del boom), Donoso es quizá la principal víctima de la pereza mental de dos o tres generaciones de profesores y periodistas, y de la visión de unos cuantos editores, empeñados todos ellos en realizar una lectura total, ver un movimiento estético, en lo que fue sobre todo una formidable operación comercial cuyo éxito se debió sin. duda a una docena y media de obras de calidad incuestionable y a la complicidad y amistad de sus autores, que por casualidad venían de un mismo continente: el nacionalismo, aunque sea continentalismo, siempre rinde mucho. Hoy el boom es juzgado casi tanto por lo que aportó como por lo que olvidó -Monterroso, Garro, Elizondó, Arlt, netti Lezama Lima., Arguedas, Ribeyro ... ), con independencia de recuperaciones posteriores.Donoso estaba en el centro social -él es de los pocos que sigue manteniendo relaciones con los dos bandos en que se escindió el grupo, al parecer por Cuba y otras causas -políti.cas-, pero en cambio, como recordó Fuentes esta semana, "Donoso es el más literato de los escritores del boom": esto es, el que tal vez llevó más lejos la voluntad de romper con la tiranía de los géneros (sólo Fuentes y Cortázar le acompañaron en ese viaje hasta el fin.

nal), y uno de los más convencidos de que la novela no es sólo reflejo de la realidad, sino tarribién su creación. Fuentes recordó lo que T. S. Eliot le dijo a James Joyce: "Usted ha aumentado las dificultades de ser novelista", y también la fascinación de Luis Buñuel ante la obra de Donoso (principalmente El obsceno pájaro de la noche), al ver en él al maestro de "una nueva irracionalidad prodigiosa". Esta imagen tiene poco que ver, sin embargo, con la de un hombre de famoso hipocondría, alimentada por una salud que se quiebra en el esfuerzo de cada una de sus novelas, y cuyo refinado humor de salón (menos célebre que el de su esposa, Pilar) se combina con una labor docente, en talleres de escritura, realizada en Estados Unidos, España y sobre todo Chile, donde buena parte de la moderna narrativa ha pasado por sus clases. "No lean a los autores del boom", le ha dicho siempre a los alumnos trastornados por la leyenda: "Lean a quienes nosotros leímos".

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