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Tribuna
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Querido público

Uno de los aspectos menos estudiados del mundo de la ópera y música clásica es la respuesta de los diferentes públicos ante lo que escuchan. Éxitos de venta tan espectaculares como la Tercera sinfonía de Gorecki, el gregoriano de Silos, los tres tenores, o recientemente la selección de fragmentos agrupados bajo el título Adagio Karajan, han pillado por sorpresa a promotores, aficionados y observadores. La música clásica se ha salido del sector de sus incondicionales, adquiriendo una estimable repercusión social. En el intento de buscar explicaciones a este fenómeno se ha especulado sobre la necesidad de intimidad, sobre la crisis de la música ligera, sobre la intuitiva habilidad de la mercadotecnia. Razones todas ellas más o menos válidas, pero en cualquier caso insuficientes para entender en profundidad el fondo de la cuestión.Plácido Domingo me comentaba el pasado viernes en Milán que está en buen camino uno de sus proyectos más queridos: la puesta en marcha de una televisión dedicada exclusivamente a la ópera y música clásica. Se distribuiría, vía satélite, desde América, con probable sede en México, y alcanzaría hasta el último rincón del planeta. Si el admirado tenor español, de buen olfato para los negocios, ha puesto el ojo en esto, por algo será. Público potencial debe haber, cuando dicho canal va a ser codificado, y por tanto, de pago, y está encontrando a su alrededor socios financieros dispuestos a apoyar la aventura. En Madrid el conocimiento de los intereses, actitudes y motivaciones del público adquiere un especial significado con las perspectivas de recuperación del Teatro Real como núcleo de la ópera. Los datos que, se poseen de asistencia actual a los conciertos en la capital no son excesivamente optimistas. Rara vez se pone el cartel de no hay billetes, exceptuando los ciclos de grandes orquestas de Ibermúsica, en parte por *la distinción social que generan, y la reducida temporada de. ópera del pequeño Teatro de la Zarzuela, donde este año se han vuelto a recibir 17.000 solicitudes para un total de 3.783 abonos ofertados.

En los ya largos años de espera para la vuelta del Real como foco cultural no se tienen noticias de que este tema tan primordial de implicación entre sociedad y teatro lírico haya sido objeto de análisis precisos y adecuadamente enfocados siendo, como es, la base de una programación sólida y coherente. Se ha mareado la perdiz con anticipación de fechas y títulos en un inútil juego de previsiones carentes de fundamento mientras no se nombre el equipo de dirección del teatro, pero sin embargo poco o nada se ha dicho sobre los criterios sociológicos de actuación o sobre los nuevos sectores de población a los que pueda interesar la ópera.

El Ministerio de Cultura, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento, actuando como bloque firmemente unido por encima de coyunturales intereses políticos, tendrían que, pienso yo, plantearse con urgencia transmitir a los ciudadanos la ilusión (y realidad) de que el Teatro Real es un teatro para todos los madrileños, como ocurre en gran medida entre Milán y La Scala (donde hay funciones reservadas a las escuelas o a los trabajadores y pensionistas), o como se alcanzó entre Barcelona y el Liceo, por poner un ejemplo cercano.

Y este orgullo de identificación entre el Teatro Real y Madrid tendría que extenderse a posibles empresas patrocinadoras, cadenas de televisión, agentes audiovisuales, etcétera. Ciertas experiencias en la búsqueda de nuevos públicos han sido fructíferas en los últimos años en Madrid. Ahí está, sin ir más lejos, la magnífica respuesta de algunos colegios en las funciones especiales de ópera a ellos dedicadas en el Teatro de la Zarzuela. El público, no lo olvidemos, no surge por generación espontánea. Hay que informarle, hay que hacerle cómplice, hay que atraerle.

Recapitulando. Aunque probablemente no coincidan mayoritariamente los devotos de los discos, la televisión y los teatros, les une a todos el veneno de la música. Es algo que se deberá tener en cuenta para conseguir una sociedad que disfrute del placer de la música en cada una de sus manifestaciones.

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