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Cataluña el final del proteccionismo

Me ciega la pasión, pero creo que Barcelona es la ciudad más hermosa. y completa de España. Gusto de oír catalán, lo entiendo y lo leo, aunque lo hable muy mal. Comprendo que los catalanes estén orgullosos de su país, de su lengua, de su cultura, y considero zafia la hostilidad que ciertos periódicos atizan sin escrúpulo.Hay momentos en que Cataluña parece correr el peligro de convertirse en una estatua de sal, como la mujer de Loth, por el empeño de volver la cabeza atrás. Pero cuantas veces piso el Principado, más señales veo de espléndida transformación. Cataluña se instala a la cabeza de España y a la altura de Europa porque cada vez se compite mejor.

Los bulos y falsías sobre Cataluña han empezado a correr más abundantes que nunca desde que CiU ayuda a Felipe González a mantenerse en el poder. No es cierto que Cataluña esté obteniendo fondos y competencias a costa de las demás autonomías. Se critica el creciente papel de los Mossos de Esquadra en sustitución de la policía estatal, cuando es sabido cuánto aumenta la eficacia de las fuerzas del orden si echan raíces en la sociedad -véase el papel de la Ertzaintza frente a ETA- Se denuesta la cesión a la Generalitat del 15% de la recaudación del IRPF en Cataluña, cuando debería irse más lejos y convertir ese 15% en un recargo autonómico variable a voluntad de los Consejos y votantes locales.

La coalición parlamentaria entre CiU y el PSOE tiene su lado bueno y malo. Prefiero una alianza con los nacionalistas catalanes que con Izquierda Unida y sólo lamento que no sea también de coalición el gobierno mismo. CiU ha utilizado su poder para cosas raras y adjetivas, como para volver a limitar los horarios comerciales, o parámaquillar la presión fiscal con leves concesiones a los pequeños empresarios -y al parecer para colaborar con el Gobierno socialista en el disimulo, mutuo y sendo, de la corrupción-.

Cataluña tiene una larga tradición de defensa política de, su industria. El intento del catalán Figuerola de liberalizar paulatinamente el comercio español en 1870 fracasó en fin de cuentas por la oposición decidida de. los fabricantes catalanes. En 1892, Cánovas, tras proclamarse "doctrinariamente proteccionista" atrajo al trono de Alfonso XIII con un arancel protector a los fabricantes vascos y catalanes, antes inclinados hacia el carlismo. Esa actitud tímida de busca de un mercado nacíonal exclusivo duró hasta la muerte de Franco. Ahora, ¡hasta la asociación del Fomento de la Industria se ha hecho virtualmente libre-cambista! El cambio de actitud se debe a que muchos empresarios catalanes han demostrado su capacidad de exportar mejor que nadie. Citaré sólo el ejemplo del vino. El éxito de los cavas catalanes en América, donde han batido al champagne francés, supera todas las previsiones. La inventiva de los vinateros catalanes, al preparar nuevos caldos al gusto de un consumidor menos inclinado al alcohol, con trasta con el fracaso de los jerezanos que no se apean de los muchos grados de su denominación de origen. Aquí no hace falta que el Estado español o la Generalitat protejan, recosan o remienden el "tejido industrial".

Recientemente el alcalde de Madrid, señor Álvarez del Manzano, se ha desplazado a Londres para estudiar cómo se resuelven allí los problemas del tráfico. ¿Por qué ir tan lejos? Una visita a la Ciudad Condal podría iluminarle sobre las medidas que deben acompañar las obras públicas, para que los vehículos fluyan. El alcalde Maragall cobra las multas: no hay coches en doble fila; nadie. se salta las luces rojas; se respeta el carril bus. Quizá en Madrid tengamos que aprender algo de Barcelona.

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