"Una inversión en la paz es una inversión en la vida", afirma Isaac Rabin en Oviedo
Don Felipe pide subordinar la riqueza a la lucha contra las lacras, el dolor y el paro
La solidaridad encarnada por las monjas españolas en África, la organización Misioneros de la Paz, Meninos de Rúa y Save the Children; la cultura a través de Carlos Fuentes, Alicia de Larrocha y Aurelio Menéndez; el progreso científico representado por Manuel Patarroyo y la paz, de la mano del primer ministro de Israel, Isaac Rabin -quien dijo: "Una inversión en la paz es una inversión en la vida"-, y del presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasir Arafat, fueron ayer protagonistas de la 14ª edición de los Premios Príncipe de Asturias en Oviedo.
El Príncipe destacó la gran urgencia de "activar la cooperación y la ayuda" para la reconstrucción de Palestina, "de manera que los hombres y mujeres de Oriente Próximo confíen en el proceso de paz".En dos bellos y estremecedores. discursos, tanto Rabin como Arafat se refirieron a este problema económico, verdadero obstáculo para el asentamiento de la paz. "Sabíamos que cien años de derramamiento de sangre no serían eliminados con un apretón de manos, pero no podíamos imaginarnos hasta qué punto llegaría el resentimiento de los enemigos de la paz", dijo Rabin. "Tenemos la esperanza de que todos los pueblos del mundo civilizado, incluido el español, acudirán en nuestra ayuda. La pobreza y el hambre son estridentes enemigos de nuestro sueño común [la paz]".
Grandes obstáculos
Arafat, menos directo, se refirió a los "grandes obstáculos y problemas" con los que se enfrenta la ANP, "en especial aquellos relacionados con la reconstrucción". A estas dificultades, como las del pasado viernes, cuando doce personas resultaron muertas en Gaza en un enfrentamiento entre manifestantes integristas del grupo Hamás y policías palestinos, no las dio pávulo Arafat cuando afirmó: "El pueblo palestino ha optado por la paz como objetivo estratégico". Y señaló que uno de los "medios más importantes" para reforzar esa paz son las futuras elecciones democráticas.
Rabin tampoco evitó hablar de la "dura realidad cotidiana", como la definió. "Tenemos que trabajar, en ocasiones, contra la naturaleza humana que busca venganza".
El primer ministro israelí reconoció que hay momentos duros, casi de desesperación. Pese a ello, descartó todo retroceso en el camino: "Intentamos, por encima de todo, no mirar atrás, porque detrás de nosotros hemos dejado cien años empapados en sangre, hemos dejado cementerios, hemos dejado familias desconsoladas, hemos dejado gentes discapacitadas en cuerpo y alma. Creo que podemos vivir de otra manera. Si no creyéramos en esto, no estaríamos aquí juntos para recibir este galardón".
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