Fausto bajo el comunismo

Avalada por importantes premios Felix de la Comunidad Europea, los correspondientes al mejor director y al mejor actor, y del Festival de Montreal a la mejor película y al mejor actor, acaba de estrenarse de una forma un tanto escondida, la interesante primera película del rumano Radu Mihaileanu.Se trata de una coproducción europea hablada en francés y rodada en Rumania, que de una manera sobria y directa relata la terrible historia de los últimos 30 años de su país, a través de la peripecia personal del personaje de ficción, el poeta George VIaicu.

El máximo atractivo de Traidor es que el relato de los sufrimientos del pueblo rumano bajo, diferentes dictadores comunistas a lo largo de varias generaciones, se narra desde el punto de vista de un intelectual contrarío al régimen, pero que por las argucias de la policía política se ve obligado a trabajar para ella y acaba convirtiéndose en su colaborador y su víctima.

Tras una larga y dura condena en prisión por escribir un artículo denunciando los crímenes de Stalin y sus esbirros, el poeta George Vlaicu, como si se tratase de un nuevo y pe culiar Fausto, hace un arriesgado pacto con el policía secreto Mefistófeles. Vende su alma, su libertad y el derecho a publicar cuantas poesías escriba a cambio de acudir dos veces por semana a su despacho secreto a confirmar las denuncias hechas por otros delatores.

Convertido en el gran poeta nacional, mientras prosigue el implacable estado policial y continúa confirmando denuncias, tras 19 años consigue irse de Bucarest, llegar a París en unión de su mujer y su hijo para emprender una nueva vida, pero los pactos con el diablo no pueden romperse fácilmente, las manos de la policía son muy largas y el poeta George Vlaicu, este desgraciado Fausto, acaba siendo víctima de su colaboración.

Homenaje al padre

Realizada por Radu Mihaileanu como claro homenaje a la memoria de su padre, con un diluido carácter autobiográfico. Traidor es una película de una gran dureza, rodada con gran fuerza y convicción, donde sobran muy pocas cosas y casi todo está en su sitio.En unión del veterano Lucian Pintilie, completamente inédito y desconocido en España , Radu Mihaileanu aparece como la gran esperanza del cine rumano, una cinematografía de atropellada vida, pero que tiene un difícil y prometedor camino por delante.