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Corrupción y oxidación de los métales

Ya lo anticipó Alfonso Guerra, el ausente, al vaticinar que a España no la iba a reconocer ni la madre que la parió. La frase hubiera merecido figurar en la pizarra de Suresnes o en el pizarrón de Estoril donde Pedro Sáinz Rodríguez fijó las coordenadas de la historia, que luego aquí unos y otros -¡gatitos ciegos!- han representado sin saberse intérpretes de ese prodigioso bifronte guión con estrellas invitadas como Churchill, Roosevelt, Stalin y demás compañeros de Yalta, Postdam y otros balnearios.España, por fin, se ha modernizado y de la anacrónica picaresca, tan próspera como impune, ha pasado a la moderna corrupción, equiparándose a los países de su entorno político cultural. Nada que envidiar en este campo a otras democracias como Francia, Italia, Gran Bretaña o Alemania. Fue un caso límite de ingenuidad que cuando, la ejecutiva socialista debatió el caso Filesa algunos responsables manifestaron que no estaban preparados para ver surgir entre sus filas a los aprovechateguis, como si los militantes , del PSOE hubieran de ser de acero inoxidable, inasequibles a la corrupción.

Hay que volver al Sistema Periódico de Elementos de Primo Levi para recordar el carácter inerte de los gases nobles, incapaces de entrar en reacción alguna, y para recuperar también hociones como, la de la oxidación de los metales. Esta, capacidad probada de degenerar sometidos a la acción de la intemperie confirma que la naturalezale los socialistas, como la de sus congéneres de la vida pública ya sean políticos de otros partidos, periodistas, médicos, urbanistas, anticuarios, fabricantes de armas o de somníferos, es biodegradable y refuta que haya gentes demateria plástica.

Se sabe que la lucha contra la corrosión de los metales ha de ser permanente, como el trabajo del equipo asignado a, la torre Eiffel que, al concluir de pintarla en la base, vuelve a más alto para comenzar, desde arriba del todo su tarea mero, una mano de minio; luego otra, de pintura. ¿Cómo entonces llegó a prevalecer la idea de que entre la hueste socialista eran impensables comportamientos incorrectos?

El libro de Ignacio Camacho El huerto del asistente explica que, en la euforia electoral del 28 de octubre de 1982, cualquier referencia a la división de poderes y a otras limitaciones institucionales era interpretada como penoso intento de cuestionar la legitimidad de la victoria abrumadora obtenida en las urnas. Dominaba el mal de altura que tan bien describe el general Kindelán como experimentado aviador en sus memorias.

En esta última serie de memorias y, de olvidos estimulada a golpe de talón muchos se arriman a toro pasado y revelan ahora sus antagonismos con González mientras se arrepienten de los apoyos prestados y procuran reescribir la historia y retocar, las fotografías de aquella época. Vuelve a sonar la hora cainita del vale todo. Como cuando se proclamó esa misma consigna para derribar a Adolfo Suárez en 1980. Entonces escribió Ignacio Sotelo un artículo contundente titulado "Suárez, el último obstáculo" y se orquestaba un gobierno de gestión encabezado por Alfonso Osorio, mientras Enrique Múgica abría conversaciones en Lérida con el general Alfonso Armada, del que volvimos a saber el 23-F.

En el hotel Palace se habían hecho fuertes los críticos de UCD, verdaderos artífices de la voladura de un partido de aluvión que tan valiosos servicios venía prestando para la recuperación de la democracia y de las libertades públicas. Se había decidido pronto sabremos por quién y cómo la operación acoso y derribo de Suárez y quienes fueron considerados poco dúctiles y maleables para secundar disciplinadamente esas directrices quedaron eliminados en favor de testaferros más adecuados e incondicionales.

Algunos han insistido en reclamar a Suárez, al que acaban de otorgar el premio Blanquerna, la explicación aún pendiente de su dimisión. Para otros, lo inexplicable es cómo resistió sin presentarla hasta diciembre de 1980 con la que estaba cayendo, una vez proclamado el "contra Suárez vale todo". El principio de la inclemencia que debe tributarse al poder desde la prensa es compatible con la derogación del ventajismo. Ni siquiera en las refriegas que enfrentan a determinados medios informativos con determinados poderes los procedimientos son indiferentes. Para evitar el despegue hacia el enfrentamiento civil sobre el que ahora se advierte, convengamos en que "nunca, contra nadie, vale todo".

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