Reynolds dimite como primer ministro de Irlanda al perder el apoyo laborista
El primer ministro irlandés, Albert Reynolds, presentó ayer su dimisión y la de su Gobierno a la presidenta de la República, Mary Robinson. Su decisión, anunciada por la mañana en el Dail (Parlamento de Dublín), se produjo horas después de la ruptura de la coalición gubernamental formada hace dos años por su Fianna Fáil y el Partido Laborista. La Administración irlandesa quedó sentenciada el miércoles, cuando el líder de los laboristas, Dick Spring, dimitió de sus cargos como viceprimer ministro y ministro de Exteriores.
Ambas dimisiones no han puesto fin a la crisis irlandesa. En su intervención ante el Dail, el ex primer ministro aseguró que no solicitaría la disolución del Parlamento, pero evitó dar detalles sobre su posible sucesor. Bertie Ahern, ministro de Finanzas desde 1991, despuntaba ayer como el candidato con mejores posibilidades para liderar a Fianna Fáil y restaurar la coalición con los laboristas.Este nombramiento no se producirá hasta mañana, cuando el partido elija nuevo líder en una reunión extraordinaria. Reynolds seguirá como primer ministro en funciones hasta ese momento. De lo que no hay garantías es de que Spring pueda regresar al Gobierno con un simple cambio en la jefatura del Fianna Fáil. De no aceptar al nuevo líder o de no formarse un Gobierno de coalición entre los partidos de la oposición, los irlandeses podrían acudir a unas elecciones generales antes de finales de año.
Tras acusar a Reynolds de ocultar información al Parlamento, el líder laborista abandonó el miércoles una coalición gubernamental que, en su corto periodo de vida, logró encauzar el proceso de paz sobre Irlanda del Norte. El líder del Fianna Fáil es coautor, junto con John Major, primer ministro británico, de la Declaración de Downing Street que fija los principios de un posible acuerdo para la provincia. Desde entonces, Reynolds ha sido el principal motor del proceso merced a la confianza que cuenta entre los dirigentes del movimiento republicano.
Para los unionistas, por el contrario, su iniciativa de abrir conversaciones con Gerry Adams, líder del Sinn Fein, y de ordenar la liberación de presos políticos fue motivo de recelo y numerosas críticas. Ayer el ministro británico de Exteriores, Douglas Hurd, insistió en que el proceso de paz continúa a pesar de la dimisión de Reynolds. La Declaración lleva la firma de Reynolds y Major, pero compromete a dos Gobiernos.
Falta de confianza
La coalición irlandesa se fisuró el viernes de la semana pasada cuando, en contra del criterio de los laboristas, Reynolds nombró al controvertido fiscal general del Estado; Harry Whelehan, presidente del Tribunal Supremo. Spring pujo el grito en el cielo y Reynolds tuvo que dedicar todos su esfuerzos a salvar su Gobierno. Sus maniobras fallaron a última hora. Durante el debate sobre la moción de confianza, Spring acusó a Reynolds de ocultar información al Parlamento sobre las circunstancias que llevaron a Whelehan a retrasar seis meses los trámites de extradición a Irlanda del Norte del sacerdote Brendan Smyth abusado de abusar sexualmente de menores.No era la primera vez que Whelehan, que después de todo anunció ayer su dimisión, ponía en dificultades al Ejecutivo irlandés. Su decisión de vetar la salida del país de una joven que, tras ser violada, deseaba abortar en Inglaterra tuvo repercusión internacional. En el caso Smyth, Whelehan retrasó la entrega a la justicia británica de un acusado que cumple ahora una condena de cuatro años por pederastia.
Al negar su confianza al líder del Fianna Fáil, Spring cumplió con una promesa contraída con los miembros de su partido en 1992. "El Gobierno dejará de existir si no actúa de acuerdo a las máximas pautas de responsabilidad y franqueza" anunció antes de la formar la coalición.
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